26. Escándalo en la fiesta

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No iba a subir hoy el capítulo, pero estoy muy contenta con el apoyo que me estáis dando y la inspiración que tengo estos días :D Disfrutadlo, porque quizá en otros 4 o 5 días no sepáis nada más de mí, ¡jajajaja!

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No iba a subir hoy el capítulo, pero estoy muy contenta con el apoyo que me estáis dando y la inspiración que tengo estos días :D Disfrutadlo, porque quizá en otros 4 o 5 días no sepáis nada más de mí, ¡jajajaja!

Corto pero intenso creo yo ;)

Terminaba de secarse las lágrimas con su fino pañuelo de encaje, heredado de su madre, cuando la puerta de la salita volvió a abrirse con discreción. Le agradecía mucho al barón que no ayudase al escándalo desvelando su escondite temporal.

–Muchas gracias, monsieur, aunque creo que ya me encuentro mejor...–dijo en voz queda, apenas animada para levantarse. Se quedaría ahí sentada un rato más, y después regresaría a la fiesta.

–Entonces será mejor que me vaya.–contestó una voz más gruesa, una voz con un acento diferente al que estaba esperando. Levantó la vista para encontrarse al diablo en persona, poseedor de unos ojos vivos como el fuego. Él no se movió, a pesar de sus palabras, y ella no dijo nada–. Me dijeron que me estaba usted esperando, pero veo que me han engañado. De nuevo.–añadió apenas en un susurro–. De todas maneras, ya que estamos aquí, procederé a despedirme de forma oficial.

–¿Por qué se va, excelencia?–preguntó súbitamente, levantándose del diván. Había recuperado en parte sus fuerzas, agarrando su oportunidad para hablar con él a solas.

–El deber me llama en Escocia. No puedo quedarme holgazaneando.

–Pero es muy repentino...¡lord Cassidy dijo que se quedaría con él toda la temporada!

–Aprenderá que no todo lo que dice lord Cassidy es verdad, y que tampoco puede controlar la vida de los demás.–la muchacha guardó silencio, pues en ese caso le daba la razón. Ella tampoco quería que la presionase a un matrimonio que no quería–. Pero no es asunto mío hablar mal de su futuro marido, ya lo descubrirá usted misma.

–No me voy a casar con él.–aseguró con un temple que impresionó al duque.

–Vaya, me temo que va a romperle el corazón.

–¡Deje de pensar que lo amo! Jamás he mostrado intención ninguna hacia él, ¡cualquiera se daría cuenta de que es una relación unilateral!–lady Sophie empezaba a alzar la voz, enfurecida, mientras él permanecía impertérrito, como una estatua. Admiraba su saber estar en una situación así.

–¿Por qué se excusa usted conmigo, lady Collingwood? Publique una nota en el periódico si lo que quiere es que la gente se entere.

–¡No, quiero que usted se entere! Parece molestarle mucho la idea de que yo pueda tener algún tipo de relación con su amigo.

El silencio se instaló entre las dos personas que fingían odiarse sólo por no poder explicar sus sentimientos. La mirada de Paul Graham era dura, pues si flaqueaba, se dejaría arrastrar a cualquier abismo por aquellos ojos tan dulces que transmitían fiereza, compasión y necesidad, todo en uno. Lady Sophie tampoco daría su brazo a torcer; llevaba muchos años erigiendo su orgullo como para perderlo por un par de palabras del escocés.

Un engaño para el amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora