56. Campanas de...

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¡Hola de nuevo! Quedan máximo dos o tres capítulos para que esto finalice

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¡Hola de nuevo! Quedan máximo dos o tres capítulos para que esto finalice...Gracias a todos/as por acompañarme hasta aquí, y también por ayudarme a mejorar la historia. Algunas lectoras me han señalado errores de contexto que se me han escapado, y me alegro porque nadie es perfecto y siempre está bien que nos señalen esas cositas jajajaj Además, siempre puede ser que mi información sea errónea, y así puedo aprender :) Os pido disculpas si habéis notado muchos de esos fallos por aquí jajajaj

En este capítulo seguro que notáis mucha licencia creativa por mi parte jajaja La misa que se ofrece es poco convencional, de hecho a mí recuerda a las que se ofrecen en Estados Unidos, con coro gospel y todo jajajajaj Porque desde luego, en mi país las que yo he visto son bastante monótonas. 

–¡Arriba, señoritas! ¡Menos dormir y más trabajar!–la puerta del carruaje se abrió con gran estruendo, dejando entrar el violento frío de Escocia que despertaría a las tres amigas.

–¡Cielo santo! ¿Qué es esta manera de despertarse?–protestó molesta y asustada lady Angela, pues prácticamente trataban de sacarlas por los pies del vehículo.

Cuando pudieron enfocar correctamente, se dieron cuenta de que había una legión de personas ante ellas, y sobre todo mujeres.

–¡Señora McDowell! ¡Qué alegría verla...!

–Sí, sí, déjate de sentimentalismos ahora, ¡hay mucho que hacer!¡Mucho que arreglar!–decía mientras eran empujadas hacia una de las entradas traseras del castillo. Sophie lo vio de nuevo en toda su gloria, sorprendiéndose de encontrarse de nuevo allí. De pronto los nervios se hicieron presentes, ¿vería ya al duque? ¿Estaría tan apuesto como siempre? ¿Qué pintas tendría ella ahora mismo? No tuvo mucho tiempo de pararse a admirar y pensar, pues prácticamente las llevaban en volandas hacia dentro.

–Sophie, ¿conoces a estas personas? ¿Son amigas?–preguntó espantada Lucy, mientras se dejaba arrastrar por el grupo que las había ido a recoger.

–Tranquilas, son inofensivas...al menos, eso creo.

Pronto el grupo se separó, llevando a lady Angela y a Lucy a una habitación, y encerrando a la confundida Sophie en otra que nunca había visto. Era parecida a un vestidor, con múltiples armarios de cortinajes rosas, taburetes forrados de terciopelo y grandes espejos colocados en distintos ángulos. Varias doncellas se quedaron con ella, además de su madre (quien empezaba a notar los efectos del viaje en su rostro compungido), hasta que llegó la señora Malcom cargando un gran saco. Todas se abalanzaron sobre ella antes de que lo abriese, soltando grititos emocionados.

–¡Salid, salid! Tengo que ver si ha quedado bien...Ha sido muy difícil sin tener a la modelo presente.

–¿Es un vestido para mí?–emocionada al ver que volvería a estrenar una de sus magníficas creaciones.

Un engaño para el amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora