21. Lord y lady Cassidy hacen su entrada

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Capítulo cortito antes de tiempo, así después no sabe a poco

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Capítulo cortito antes de tiempo, así después no sabe a poco... 

Estoy deseando avanzar con la historia, porque yo llevo varios capítulos de ventaja, y hay partes que ya quiero publicar :D Espero que os guste este, nos vemos para la semana o antes, si adelanto algo más.

–¡Padre!¡Madre! ¡Qué alegría tenerlos por fin aquí!–lord Cassidy saludó a sus progenitores afablemente, aunque ellos no venían de tan buen humor. Llegaron la noche anterior a Londres, pero tan tarde,que prefirieron hospedarse en un lujoso hotel antes de pasar a visitar a su hijo. El hombre apretó brevemente la mano de su hijo, y después saludó a lady Angela, que acompañaba a su primo en el recibimiento.

–Un placer volverlos a ver, tío.

–Agh,no me habléis de placeres. ¡No volvemos a pasar la noche fuera de casa!–lady Cassidy se quitó la estola, prácticamente dejándola caer antes de que una doncella pudiese sujetarla, y procedió a darla mano enguantada en seda a los jóvenes, sin quitar la expresión de desagrado de la cara–. No me gustó nada la decoración, ¡y hacía demasiado frío! Sin hablar de la poca educación del personal...

–Madre,la próxima vez, venid aquí directamente. Mandaré a alguien del servicio estar despierto para que atienda todas sus necesidades.–el tono de Alexander con su madre siempre era complaciente, a pesar deque la dama nunca estaba a gusto con nada. Lady Angela rodó los ojos exasperada, sin que la vieran sus tíos. Lady Cassidy podría ser tan irritante...

La mujer frunció los labios, sin estar conforme totalmente con la idea de su hijo, pero no volvió a decir nada hasta que vio aparecer por el salón a los amigos de Alexander.

–¡Bonjour,monsieur, madame!–saludó alegremente el francés, para luego centrarse en la joven–Y buenos días a usted también, milady.

–Vignerot...

A continuación se produjo el típico intercambio de saludos entre los caballeros. Tanto los escoceses como el barón ya conocían a la familia de Alexander, pero gracias al cielo, se veían muy poco.

–¡Ogh!¿Aún seguís vosotros por aquí?–exclamó contrariada la condesa.Era evidente en su tono que creía que se estaban aprovechando de la amabilidad de su hijo–. ¿Hasta cuándo estaréis aquí?

–Tan encantadora como siempre, ¿verdad?–masculló el francés a Kirk,sin dejar de sonreír falsamente. El más joven contuvo una breve sonrisa.

–Nos iremos después de la fiesta de su hijo, condesa.–contestó lord Graham mientras saludaba a la dama cortésmente. De todos ellos, él era el que menos simpatía despertaba en la condesa, y el sentimiento era mutuo. Lady Cassidy no aceptaba a nadie que no fuese de alta cuna inglesa, ni a aquellos que pudiesen hacer sombra a su único y perfecto hijo. No obstante, ambos compartían el dichoso hábito de juzgar a los demás y ser demasiado estrictos; por eso lo toleraba.

Un engaño para el amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora