24. Nada saldrá de mi boca.

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Otro capítulo cortito, pero que nos ayuda a ver la historia desde otra perspectiva

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Otro capítulo cortito, pero que nos ayuda a ver la historia desde otra perspectiva.

La parte escrita entre comillas y en cursiva, son los recuerdos de Jacob Payne.

En honor a la llegada de lord y lady Cassidy se celebraría una gran recepción, organizada entre el padre de lady Angela y Alexander. Realmente a la condesa de Lancashire no le gustaban las fiestas, por el exceso de gente y ruido, pero sí que le gustaba codearse con la flor y nata de la sociedad para mantener su posición, y requerir algún favor si hiciese falta.

De hecho, como Sophie Collingwood se temía, utilizaría su influencia para preguntar detalles sobre la chica, y pronto descubriría que el duque de Montrose había adornado demasiado la verdad, en comparación con lo que el resto creía de ella. No es que le preocupase la opinión de una mujer tan soez e interesada, pero no quería volver a vivir una escena tan humillante, y menos con un público numeroso como el que se esperaba esa noche.

–No me puedo creer que Alexander Cassidy sea hijo de esa mujer.–susurró sorprendida Lucy Payne, tomando un pequeño sorbo de té. Los dos hermanos habían ido a casa de Sophie para almorzar, y ella les había contado todo el encuentro con pelos y señales.

–Yo tampoco. Parece que todo lo que tiene ella de mezquino, lo tiene su hijo de bueno. No me hace ninguna gracia encontrármela esta noche, pero al menos estaréis vosotros y podremos perdernos entre la gente.

–¿Y cómo es que lord Graham salió a defenderte? Debía ser seria la cosa para que él interviniese...

–No es tan malo el hombre como lo pintáis.

–Pues sí, así fue.–respondió lady Sophie, mirando curiosa para su amigo. Sabía que entre él y el menor de los escoceses había complicidad por ser los más cercanos en edad, pero nunca le había hablado de cierta noche–. Todo lo malo que solía decirme, lo transformó en halagos. La condesa estaba ojiplática, no podía creérselo tampoco. Prácticamente me pintó como una princesa.

–Lo que eres, Sophie. Una pena que lord Cassidy no pudiese controlar a su madre.

–Todos tenemos nuestras luces y nuestras sombras. Alexander Cassidy también, así que no siempre es tan perfecto como lo creéis...

–¿Por qué dices eso, Jacob? ¿Qué es lo que tú sabes que nosotras no? –inquirió lady Sophie, esperando que el muchacho soltase algo interesante. Jacob Payne se hizo el loco con su té, y no dijo nada más–. Nunca me contaste nada de esa noche.

Aunque Lucy no se enteraba, su hermano sabía perfectamente a qué se refería Sophie.

–No puedo decir nada. Es un código de honor entre caballeros.–el joven volvió a guardar silencio, recordando vívidamente aquel inusual día.

"El duque de Montrose no había dejado de gritar en todo el camino desde el Almack's hasta el carruaje, donde con mucho esfuerzo, lograron introducirlo él y su hermano. Sus ropas estaban pegajosas por el alcohol perdido, y Jacob Payne estaba seguro de que tenía un aspecto mucho más lamentable que cuando lo vieron por primera vez, vestido como un salvaje de las Tierras Altas.

Por suerte, gracias a que no todo el mundo reconocía su nombre en Inglaterra, y que su aspecto había cambiado bastante desde que llegó, el nombre de Paul Graham no había salido del club. Sin embargo, había otro nombre que Kirk y el señor Payne no habían dejado de escuchar en todo el rato. El burgués miró con la ceja alzada al más joven, mientras su hermano se deshacía en gimoteos y protestas llevadas por el alcohol.

–Señor Graham, disculpe mi indiscreción, pero su hermano ¿está...él está enamorado?

–Creo que hasta las trancas.–contestó sencillamente Kirk Graham, cruzado de brazos, con la cabeza del duque apoyada en las pierna. Su postura era la de un hombre resignado a ver a su hermano exponiéndose al ridículo continuamente.

–Pero ¿cómo puede ser? No entiendo nada.

–Sólo tengo diecisiete años, señor, yo no entiendo tampoco nada del amor. Pero sí sé reconocerlo cuando lo veo, aunque sea en las circunstancias menos habituales.–para confirmar sus palabras, el duque volvió a lamentar la terrible belleza que poseía la dama de sus desgracias, ignorando que tenía público que lo escuchaba todo.

–Creí que ella le desagradaba.–dijo el joven, mirando con cierta pena al desdichado borracho.

–Yo también, pero a raíz de la apuesta...–Kirk se interrumpió de golpe, sabiendo que había hablado de más. Jacob no se haría el tonto desoyendo la última palabra.

–¿Apuesta? ¿De qué apuesta habla, señor Graham?

–No debería haber hablado de ello...Necesito su voto de silencio, señor Payne, a pesar de no tratarse de un asunto agradable.–y le contó cómo había empezado todo: que la venganza de su hermano consistía, en un principio, solamente de confundirla con su cambio de imagen, y cómo se transformó todo en un lío gracias a la idea de Alexander Cassidy, sin exculpar a monsieur Vignerot y él mismo como cómplices contra su hermano.

–Entonces, ¿lord Cassidy comenzó a cortejarla cuando vio que él podría conseguir su corazón? Es una buena idea, pero mal ejecutada. Creo que deberían haber tenido en cuenta a la dama.–para cuando llegó el final de la historia, el duque estaba dormido con la boca abierta y de vez en cuando fruncía el ceño en sueños.

–Sí, quizá sería un noble gesto si el plan original hubiese resultado. El problema es que mi hermano sólo hacía hablar de ella, y pensar en cómo acercarse, ya no por venganza, sino por mantener una conversación sin discutir. Cassidy se dio cuenta antes de él de que comenzaba a tener sentimientos profundos, y tomó la delantera.

>> Todos sus amigos sabemos que Paul y Alexander son buenos amigos, pero también rivales en todo lo que se propongan. Cassidy estaba molesto de que, una vez más, mi hermano se llevase el premio. Señor Payne, Paul tiene muchos defectos, pero es inocente y muy mal actor; no es capaz de fingir enamoramiento sin sentirlo. Seguramente esté confuso por el tipo de relación que tiene con la dama, y por su rencor hacia Alexander, pero no hay duda, usted lo ha visto.

Efectivamente, toda la escena que presenció el burgués era típica de un hombre con el corazón destrozado. Era difícil de creer, desde luego, pero siempre se decía que los escoceses eran muy pasionales. A Jacob no le empezó a desagradar la imagen de lord Graham y su amiga juntos; todo lo que le preocupaba era que ella pudiese encontrar a un buen hombre que la amase, respetase y cuidase del modo que merecía. El duque, objetivamente hablando, era mucho mejor partido que Cassidy, y estaba empezando a descubrir cosas del primo de lady Angela que no le gustaban.

–Me resulta increíble todo lo que me contáis, pero apoyo la causa de su hermano. Mi amiga es como mi hermana, y para ella preferiría un hombre que fuese de frente a uno aparentemente perfecto. Es como en los negocios; uno nunca debe fiarse de aquel que sólo proporcione beneficios sin nada a cambio.

–Os estoy agradecido por la ayuda, señor Payne, y por la discreción. Como comprenderá, es un asunto delicado entre ambos caballeros.

–Nada saldrá de mi boca, se lo aseguro."

Lucy y lady Sophie lo despertaron de sus recuerdos de esa noche, pero ya no sabía qué le habían preguntado porque no había escuchado nada de lo que habían dicho. A juzgar por sus caras, todavía esperaban que les dijese algo.

Jacob pensó unos segundos si dar a conocer la verdadera naturaleza de Alexander Cassidy o defender al duque, pero eso sería dejarlo en evidencia sin posibilidad de defenderse. Además, él no era nadie para interferir sobre Sophie como lo hacía lady Angela, por ejemplo. Si tenía que encontrar su felicidad en alguno de los caballeros, tenía que ser por ella misma.

–Lo siento, queridas. Nada saldrá de mi boca, os lo aseguro.

Jacob es un chico muy honorable. No tiene demasiada presencia, pero de vez en cuando los secundarios pueden echar una mano, ¿verdad?

Nos vemos en el siguiente (esta vez no actualizaré tan rápido, aviso).

Un engaño para el amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora