14. Una interesante velada

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Otra vez ha estado Wattpad con problemas y me ha sido imposible actualizar

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Otra vez ha estado Wattpad con problemas y me ha sido imposible actualizar...Espero que esta vez sea la definitiva; por eso he tardado tanto en subir, ¡perdonad!

–Estás preciosa, hija.–fue lo primero que dijo su madre al entrar a la habitación de Sophie, donde la doncella daba los últimos retoques a su lacio pelo para transformarlo en un elaborado moño con volumen. La joven miró a su progenitora con cierto enfado, porque ella había quedado exculpada por su padre de ir a la velada, y quedaría en casa tan tranquila–. Te he traído esto para completar tu atuendo.

Lady Collingwood abrió dos pequeñas cajas de terciopelo oscuro y reveló un hermoso collar de oro blanco con un broche oval de diamantes, y un par de pendientes a juego con el mismo óvalo, pero más pequeño.

–¡Madre, pero eso es demasiado! Son las joyas de su boda...–exclamó horrorizada. No necesitaba engalanarse tanto para ir a casa de la condesa.

–Sí, pero hoy por fin vistes como una dama de tu edad, y no como una señora de la mía.

–Madre, usted no es ninguna anciana.

Lady Collingwood negó varias veces con la mano, y la hizo levantarse del tocador para depositar sobre su níveo cuello la resplandeciente joya. Casi nadie podría negar que esa noche, Sophie Collingwood irradiaba belleza. No se consideraba una dama atractiva o sorprendente, pero al ver su reflejo en el espejo, empezó a experimentar esa cierta vanidad que había perdido con los años.

Sobre su piel, clamorosamente blanca a la luz de las velas, brillaba el terciopelo azul noche cuajado de pequeños cristales. El medallón que pendía de su cuello se apreciaba claramente gracias al escote por debajo de los hombros, con mangas acampanadas que anunciaban unos brazos delicados enfundados en largos guantes de satén blanco. Para restar sobriedad y sensualidad al conjunto, el corsé se adoraba con dos pequeños lazos.

No era correcto pensarlo, pero esa noche deslumbraría. Ya se imaginaba a todo el mundo felicitándola... Bueno, sólo conocía a una persona que no lo haría. "¿Y por qué tu mente caprichosa piensa en ese hombre ahora?", se dijo. Ah, puede ser porque no veía rastro de las flores por su habitación, y sólo estaba un jarrón con las de lord Cassidy.

–Madre, ¿qué ha pasado con las gardenias?–preguntó, tratando de sonar lo más despreocupada posible.

–Las he puesto en nuestra habitación y en el salón, querida. Como siempre decías que no querías esas flores en tu cuarto... Pensé que el ramo de lord Cassidy no te molestaría tanto.

Bien, pues sorprendentemente, a Sophie le molestaba no ver las otras allí también. Lady Collingwood le hizo un gesto a la doncella,y ésta se retiró, dejando a la madre con la tarea de embellecerla.

–Estoy tan orgullosa de ti, cariño... Eres tan responsable siempre, y aguantas todo lo que la gente tiene que decir de nosotros.Casi no me puedo creer que te hayas convertido en toda una dama.–procedería a decir algo acorde con su tosco carácter, perolas palabras y el tono de su madre la enternecieron tanto que no pudo. La doncella volvió a entrar, y lady Collingwood puso el broche final a su peinado: tres gardenias adornando el lateral del moño.

Un engaño para el amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora