Capítulo 3 - Los ogros y la nueva sirvienta.

3.2K 296 45
                                    

Pues bien, hace unos días pensé en algo parecido a: «Espero que las cosas no se salgan de control.»

Pues bien, lo hicieron.

Antes de ponerme a pensar el qué desembocó todos los sucesos, primero voy a explicar el estado actual de la cueva donde Madre, mis hermanas restantes y yo vivimos.

Ha pasado un poco más de un més desde el día de caza con Madre, por lo que se supone mis hermanos y hermanas también fueron a cazar.

Como de costumbre, Madre decidió qué animal sería el cazado, la cual eligió ciervos para los machos y crías de oso para las hembras.

Las hembras destacaron trayendo, junto a algunos raspones y heridas en sus cuerpos, cuatro osos pequeños que rondaban los dos metros si se ponían en dos patas, y los padres de los cuatro osos que medían alrededor de siete metros.

Esto me tendría helado solo de ver, pero me di cuenta que he estado perdiendo el sentido común de mi viejo mundo cada vez que pasa algo como eso, así que ya puedo controlar mis reacciones.

Madre estaba bastante alegre por el desempeño de mis hermanas y de la recompensa traída, por lo que les pidió que envolvieran en seda a los osos bebés drenaran la sangre de los osos adultos.

Mis hermanas, alegres por algún motivo y todavía heridas, empezaron a hacer lo que madre les pidió. Todo estaba saliendo de acuerdo a lo que esperaba, hasta que se hizo de noche y madre susurró en un tono molesto para si misma: «Como se esperaba de los machos.»

Al preguntarle cuál era el significado de sus palabras, madre solo comentó que hay menos bocas que alimentar ahora.

«Los inútiles ya se han ido» mencionó.

Entonces supe que mis temores eran correctos, todos mis hermanos o murieron, o no encuentran la forma de volver a la cueva.

Tampoco esperé mucho de ellos, pero no imaginé la muerte de todos. Solo uno de ellos había aprendido algunas palabras del idioma que usamos, por no decir que el resto era una bola de analfabetos sin el más mínimo deseo de culturizarse.

Por alguna razón, mi crecimiento está a la par con el de las hembras, pero mi pequeño amigo sigue allá abajo, así que no me preocupo.

Volviendo al tema, mis hermanos no eran la semilla de la grandeza y mucho menos inteligentes, por lo que si alguien tiene la culpa en sus muertes, son ellos por ser unos mediocres.

Ah, obviamente Madre tiene la mayor de la culpa aquí, pero quién soy yo para juzgar las tradiciones de una especie.

Eso nos deja solo a Madre, a mis cuatro hermana y a mi como dueños de la cueva, por lo que debería empezar a pensar el cómo voy a llevar mi vida.

No voy a vivir en esta cueva por siempre, al diablo que no.

Por ahora, le seguiré el juego a esto de la familia, pero en unos años creo que será tiempo de explorar.

Ahora, retomando el hecho de que las cosas se descontrolaron, debo empezar a explicar los hechos de hace dos días.

Parece ser que Madre no es alguien abstemia ni tampoco alguien que detesta los bienes materiales, podemos decir que es lo opuesto.

Hace poco, un grupo de ogros se regocijaba de haber robado mercancía de la raza enana mientras cazabamos, Madre se interesó y cambió nuestro objetivo de osos zileanos a esos ogros.

Subimos a los árboles para poder emboscar a los vigías que se encontraban detrás, eran cuatro vigías y un guardián fuertemente armado.

Los ogros llevaban a una mujer consigo y no se cansaban de decir que era un gran premio en manos de simples enanos y humanos debiluchos.

Quelícero - Reencarnado en otro mundo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora