30. Los alcaloides

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Mia

Podía oír el segundero del reloj de mi cuarto, tic, tac, tic, tac. Prestarle atención a ese sonido hacía que pudiera olvidarme de lo demás, como la muerte de Boyd. Sentía que había sido mi culpa, si pudiera manejar las visiones que tengo, entonces sabría cuando cosas como esas iban a pasar, y las podía impedir, pero no, ese no era mi caso.

La última hora había estado tratando de dormir, de hecho, desde las 9 de la noche estoy intentándolo, pero no funcionaba. No tenía ganas de salir de casa, no tenía ganas de hacer nada, ni siquiera de ir al colegio, pero faltar no era una opción para mí. Al menos no ahora que mi papá había vuelto de improviso.

Tal vez es por eso que decidí ir a dormir tan temprano hoy, para no tener que verle la cara.

Giré en mi cama y choqué con Lobo, él solo hizo un sonido de molestia y se volvió a acomodar.

Mi celular empezó a sonar, cuando vi la pantalla, Lydia estaba llamando. No era raro que ella decidiese llamarme a las 11 de la noche, generalmente lo hacía cuando estaba aburrida y no podía dormir.

Contesté el celular solo para escuchar la voz asustada de mi mejor amiga. ―Mia, hallamos un cadáver.

Me senté en mi cama tan rápido que asusté a Lobo. ― ¿Qué? Lydia, ¿dónde estás?

―En el colegio.

―Voy para allá ―saqué las sábanas de encima y creo que le cayeron encima a Lobo.

―No, no vengas, ya nos estamos yendo.

Estaba poniéndome los zapatos cuando Lydia dijo esa última oración.

― ¿Quiénes se están yendo? ¿con quién estás?

Ella suspiró. ―Allison, Scott y... Stiles.

¿Por qué está con ellos? No entiendo, ¿decidió llamar a todos menos a mí? Me siento excluida.

― ¿Hace cuánto hallaste el cadáver?

―Un par de horas... no te llamé, porque no quería exaltarte.

― ¿Qué? Lydia, si no querías exaltarme antes, tampoco lo querrías hacer ahora, ¿por qué no me llamaste desde un principio?

―Últimamente te pones un poco paranoica con esto de los sacrificios, por eso no te llamé, pero, ahora sí lo hago porque... la persona que hallamos es Tara, la policía que trabaja con el papá de Stiles. Mia, él está mal, Stiles, me refiero.

―Entonces tengo que ir.

Terminé de ponerme los zapatos y cogí una pequeña mochila que tenía en mi escritorio.

―No, él ya se está yendo con su papá, solo te llamé para que lo sepas, no quería esperar hasta mañana.

Asentí, aunque sabía que ella no me podía ver. ―Está bien, gracias por avisarme.

―Nos vemos mañana.

Colgué el teléfono y volví a echarme en la cama, pero no por mucho tiempo, porque tenía que hacer algo primero. Cogí, por millonésima vez, todos mis cuadernos y busqué el rostro de Tara entre todas las hojas, tenía que estar aquí en algún lugar. Me pasé una hora buscándolo, cuando por fin lo hallé, me di cuenta que estaba en el cuaderno de historia, hoy había estado haciendo una tarea en este mismo cuaderno, por lo que hoy lo había dibujado. ¿Cómo no me percaté?

Lancé el libro contra mi pared con toda la fuerza que pude.

¿Por qué no puedo hacer nada? ¿Por qué?

Siare | EMPE #3 | Stiles StilinskiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora