Ha pasado una hora entera y mi cuerpo no ha dejado de sentir mariposas ni calor por la vista azul que está clavada en mí.
Tomé mi tercera copa de martini y el jefe ya ha fruncido el ceño dejándome ver su reprobatoria cara. No me interesa, él vino aquí sin avisar ahora que me aguante.
Todavía sigo un poco molesta con él por el caso de Parker, ya todo estaba listo para la primera visita pero como siempre viene David y me estrella contra un muro. Aunque esta vez no actuó solo.—¿Es ruso tu jefe? —pregunta Justin y yo asiento bebiendo de mi copa—. ¿Aron se refería a él? ¿Por eso me recomienda el curso?
—Olvida lo que dijo Aron, todo lo dice por molestar...
—¿Tienes algo con él pequeña? —suspiro, no se va a rendir.
—¿A qué te refieres con algo?
—¿Tienen citas?
—No.
—¿Hablan constantemente?
—Justin ya no...
—¿Te acuestas con él?
—Ok, creo que solo te falta mostrarme tu arma y apuntarme con una lampara para que empiece a sudar y responda tus preguntas —sonríe y bebe de su copa—. No estoy en la comisaría para que me obligues a responder.
—No, pero...
—¿Por qué le hablaste para que me quitara el caso? —moja sus labios, tiene ese mismo tic al estar nervioso o incómodo—. Estoy dolida por ello.
—Es por tu bien pequeña...
—No quiero la misma historia que ya me ha contado David —digo colocando una mano al frente para que deje de hablar.
—No sabía que te importara tanto.
—No es eso nada más, ustedes tratan de hacerme ver como indefensa, como si no pudiera manejarlo...
—Sabes que no se trata de eso. Mientras podamos evitar que estés en peligro lo haremos. Sobretodo yo Andrea. Hemos hecho todo lo posible por seguirle la huella a Parker pero siempre sale con las manos limpias, no hay manera de culparlo.
Suspiro, no quiero seguir con el tema, quiero olvidarlo.
—Ven, mejor bailemos.
Lo tomo de la mano y nos dirigimos a la pista de baile con el resto de mis amigos sin David por supuesto, él se ha quedado de pie bebiendo una botella de agua. Eso es otra cosa que he notado de él, bebe muy poco, dos copas de vino como máximo.
Otra hora pasa y he bailado hasta quedar agotada y sedienta. Volvemos a la mesa por más bebidas pero antes de tomar mi siguiente martini miro la botella de agua en la manos de mi jefe. Sin vergüenza y sin permiso, me acerco a él y rozando su mano cojo la botella. Me mira con una ceja alzada y sonriendo pícara la destapo y la coloco en mis labios, bebiéndola toda, sin apartar mi mirada de la suya.
Él aprieta sus labios dejando una firme linea, guardando sus manos en sus bolsillo, mirando cada mivimiento de mi boca y garganta, se esta conteniendo.—Tenías sed —dice al ver que he dejado la botella completamente vacía. Asiento y suspiro, mira la mesa y nota que hay una copa de martini esperando por mí, vuelve a observarme—. ¿Seguirás bebiendo?
No le respondo, me inclino hacia la mesa y cojo mi copa. Le doy un sorbo y le sonrío leve. Él niega con la cabeza, adoro provocarlo.
—¿No va a bailar?
—Yo no hago eso.
—¿Por qué no?
—No suelo hacerlo. No bailo.
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Como dice el Jefe
RomanceDavid Novikov. Ruso. Volará de su país para hacerse cargo del bufete de abogados de su padre. Justo. Controlador impulsivo. Sentimientos no entra en su vocabulario, dice que es para débiles. Tres reglas: Ser puntual. Nunca interrumpirlo. No hacer pr...