Capítulo 17

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Tomo aire y cierro los ojos por varios segundos cuando el auto empieza a moverse. Hace exactamente una semana que no lo veía, que no olía su perfume, que no sentía su cercanía. Y ahora, estamos aquí, cerca pero lejos al mismo tiempo, encerrados en este auto por hora y media hasta llegar a Los Ángeles, conteniendo las ganas de tocarlo, de saber por qué se encuentra en ese estado, de abrazarlo y besar esos labios que tanto me vuelven loca... Joder, espero que Rob conduzca rápido.

—¿Desde cuándo tienes tan buena relación con Daniel Gil? —miro hacia la ventana y suspiro, ya sabía que no se quedaría con esa.

—Desde mucho antes que usted llegara, señor Novikov.

—¿Qué? —pregunta y lo miro sin entender—. ¿Cómo... Cómo me llamaste?

—Señor Novikov, ¿no es esa la manera correcta?

—Cuando estamos en oficina...

—Estando dentro o fuera, debo llamarlo así.

—Andre...

—Y lo más correcto es que me llamé por mi apellido, debe tratarme como trata a todos.

—Sabes que no podré hacerlo —susurra dolido y yo mojo mis labios quitandole la mirada—. Todavía me descompone ese gesto.

—Pues lo lamento, no puedo evitar hacerlo.

—Tampoco quiero que lo hagas.

—Señor Novikov por favor...

—Deja de hablarme así...

—Dejemos de hablar sobre ello entonces.

Suspira y yo giro mi rostro antes de que escape alguna lágrima, sabía que sería difícil volver a verlo pero no sabía hasta qué punto.
Pasan varios minutos sin que ninguno de los dos diga una sola palabra y mi celular suena avisando que tengo un mensaje, sin tardar lo leo.

Daniel Gil:
Creeme, te compadezco por tener que viajar con el cubo de hielo que es nuestro jefe.

Sonrío y respondo el mensaje.

Andrea O'Connor:
Al menos no me dará calor el resto del viaje.

Miro de nuevo hacia la ventana tratando de contener mi sonrisa y tremendamente consiente de que David no me quita ojo de encima y mucho menos cuando vuelve a sonar mi celular.

Daniel Gil:
Tendré que buscar un restaurante con chimenea, así podremos derretir el hielo que seguro traerás encima.

Rio sin poder evitarlo y David bufa cuando nota que respondo.

Andrea O'Connor:
No es una mala idea.

—¿Lo haces a propósito? —pregunta cuando he guardado mi celular y lo miro sin entender.

—¿De qué habla?

—Los toqueteos en la entrada del bufete con Daniel y ahora esa risa y textos recibidos. ¿Me estás provocando? —joder, su deliciosa voz se ha vuelto ronca y yo debo tragar grueso para contenerme.

—¿Provocarlo? No se crea el centro del mundo señor Novikov...

—¿No dejarás de hablarme de esa manera?

—Es mi jefe, esa es la manera...

—A la mierda con eso —bufa furioso y se pasa la mano por el pelo, desordenándolo un poco.

—¿Estás leyendo mis mensajes?

—No hace falta, sé que hablas con él.

—¿Cómo lo sabes?

Como dice el JefeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora