Capítulo 7

433K 21.4K 16.3K
                                    

Una vez que la tina ya tiene un delicioso aroma a jazmín y ya se ha formado un poco de espuma, David aun con su ropa puesta extiende su mano para ayudarme a entrar y sus labios forman una leve sonrisa cuando hago una mueca de dolor en mi rostro.

—¿Demasiada actividad seguida, señorita O'Connor? —pregunta con una ceja alzada. Lo miro reprimiendo una sonrisa y coloco los ojos en blanco. Se inclina hasta mi rostro—. ¿Qué he dicho sobre ese gesto? —mojo mis labios y él suspira negando con la cabeza, sonrío—. Responde.

—Que es irrespetuoso.

—¿Y por qué lo sigues haciendo? —levanto los hombros y se aleja.

—Me gusta provocar —respondo sin más.

—No me cabe duda —dice ronco y me observa por varios minutos, mientras me relajo en el agua tibia.

—¿No vas a entrar? —pregunto jugando con la espuma—. Hay mucho espacio —digo viéndolo a los ojos mientras noto cómo lo piensa.

—No creo que sea buena idea.

—¿Por qué? —me coloco de rodillas, dejando mis senos al aire cubiertos por espuma y me acerco a él mientras no me quita mirada desde arriba— ¿Sentimientos? —no dice nada pero no hace falta que hable para saberlo—. Ya lo hemos hecho antes y no sentí nada —aprieta sus labios. Touché ruso, solo le estoy devolviendo la daga que usó cuando dijo no sentir nada al haber dormir conmigo.

—¿Me estás provocando otra vez? —pregunta en un susurro luego de varios segundos en silencio.

—No lo sé —noto que mis senos ya no tienen espuma y vuelvo a verlo con una sonrisa—. ¿Qué crees tú? —aprieta sus labios para evitar sonreír y subo mis manos hasta el botón de su pantalón— Vamos, entra —le digo cuando he bajado sus pantalones y su ropa interior, su miembro queda en primera fila para mi vista y mojando mis labios me inclino y dejo un beso en la punta, uno que lo hace suspirar.

—Ganaste. —Susurra y termina de quitar su ropa y zapatos. Sonrío triunfante y me hago a un lado para que entre a la tina.

Me alejo para mantener la distancia que le preocupa pero no me lo permite, me hala de las piernas y me coloca a horcajadas sobre él.

—Pensé que querías espacio.

—Así estas más cómoda ¿o no?

—¿Entonces lo haces por mí?

—Claro, me gusta que mis invitados se sientan a gusto.

Niego con la cabeza mordiendo mi labio y él sonríe leve. Observo sus lindos ojos y mis manos acarician su cabello humedeciéndolo de a poco.
Él, suspira para segundos después bajar la mirada, le cuesta mucho mantener sus ojos en los míos.

—Tines una manera peculiar de ver y tratar a las personas —me escucha atento acariciando mis muslos por debajo del agua—, pero creo sentirme un poco poderosa al saber que algo te intimida.

Sus caricias se detienen y me observan.

—Nada me intimida —cambia sus caricias por leves masajes.

—¿No?

—No.

—Siempre te rindes primero al mirarnos. No duras mucho observándome a los ojos a menos que estemos discutiendo.

Como dice el JefeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora