Capítulo 18

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Me toma fuerte del mentón y me obliga a verlo a los ojos.

—¿Qué te he dicho sobre ese gesto? —susurra entre dientes—. Sabes muy bien que no me gusta.

—Sueltame.

—Quiero hacerte una pregunta y quiero que seas muy honesta, ¿estás con ese hombre?

Sonrío irónica y lo observo.

—No.

—¿Te gusta? Necesito saberlo —aprieta sus labios—, no sé... ¿te parece lindo? ¿no esta casado? ¿es simpático? te parece lindo ¿sí o no?

—Sí —digo subiendo mis hombros.

—Pero ¿te gusta? Entonces te gusta...

—Me parece lindo...

—¿Te gusta? —repite acercándose, hablando entre dientes frustrado— Dímelo en la cara.

—No te diré nada que no quiera decirte David, no puedes obligarme.

—¿Por qué tomabas vino con él? ¿Por qué lo invitaste a tu habitación? ¿Para hacerme enojar? ¿Para provocarme? Porque si eso era lo que querías lograr, felicidades, cumpliste tu objetivo.

Lo empujo pero ni se mueve, en vez de eso me aprieta más fuerte a su cuerpo, alejándome de la puerta, haciéndome retroceder mientas él avanza.

—Sueltame David, yo no quería provocarte nada.

—Es lo único que has hecho desde que salimos de Santa Bárbara —me pega a otra pared y nos mantenemos ahí—. Provocarme con sus coqueteos, provocarme con sus mensajes, provocarme con el gesto de tus labios, provocarme con traerlo a la maldita habitación.

—David...

—¿Sabes por qué estamos aquí? Porque quería pasar toda esta semana contigo. Dormir y levantarme todos los días contigo. Disfrutando de nuestros coqueteos disimulados en las reuniones. Comiendote la boca cuantas veces se me antoje, haciéndote mía todas las jodidas noches —cierro los ojos y contengo mis ganas de llorar. Aguanta joder—. Mírame cuando te hablo —lo observo a través del agua que ha llenado mis ojos—. Luego pensé, no, sería muy sospechoso que la lleve solo a ella, no aceptaría. Así que invité al resto que esta aquí para hacerlo ver normal. Toda esta excusa de querer sus opiniones para abirir el bufete fue solo eso, una excusa. Aunque no me arrepiento de haberlo hecho, me han sido de mucha ayuda pero mi principal razón fuiste tú Andrea...

—¿Ibas a decírmelo? —lo interrumpo y él aprieta sus labios—. Si tu mujer no hubiera llegado, ¿me lo habrías dicho?

—Ella no es mi mujer...

—¡Siguen casados joder! —grito y lo empujo muy fuerte logrando esta vez salir de su agarre.

—¡Nos estamos divorciando!

—¡No has firmado ningún papel! ¡Puesdes estar esperando un hijo con ella y yo no pienso formar parte de eso!

—No la quiero...

—¡Me mentiste!

—Andrea...

—¿Qué fui yo en todo este tiempo David? ¿Qué mierda fui yo en tu vida? ¿Tu pañuelo de lágrimas? ¿El trapo que usas y desechas? ¿Acaso te importé?

—Me importas —corrige lo que he dicho y se acerca a la vez que retrocedo—, me importas pequeña por favor, no te alejes.

—Estas esperando un bebé con ella...

—Eso no es seguro.

—¿Y qué quieres? ¿Que siga contigo hasta que la estúpida prueba dé positivo tu paternidad? ¿Y luego yo qué?

Como dice el JefeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora