Capítulo 26

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Despierto gracias a la alarma de mi celular, con los ojos poco abiertos logro apagarla y me siento en la cama suspirando y acariciando mi cabello un par de veces. Miro a mi lado izquierdo y sonrío leve, mi ruso jefe sigue completamente dormido. Me levanto con cuidado de no despertarlo y me dirijo al baño por una ducha rápida, lavo mis dientes y salgo solo con mi ropa interior, debo irme a casa a cambiarme para ir al bufete.
Me empiezo a poner la camisa cuando escucho leves y roncos quejidos.

David posa sus manos en las sienes y empieza a frotarse levemente, muerdo mi labio inferior, debe tener un enorme de dolor de cabeza y también en las costillas, pues hace una mueca de dolor y de inmediato una de sus manos viaja hasta uno de los vendajes.

—Buenos días —digo sonriendo y sus ojos se abren un poco más hasta encontrarme.

—Hola —su ronca voz y su leve sonrisa me ponen los pelos de punta pero luego arruga su ceño—. ¿Qué haces?

—Vistiendome, debo ir a mi casa a cambiarme para luego ir al bufete.

—No, quedate conmigo —dice como si nada y hace el ademán de pararse de la cama—. Joder...

—David no te levantes —me acerco y le impido sacar sus piernas de las sabanas—, debes dormir. Le diré a la señora Evans que te traiga un analgésico...

—No tomaré nada de eso, tú y un café será suficiente —me tumba a la cama y no puedo evitar reír—. Tienes el día libre.

—¿Quién lo dice?

—Tu jefe —besa mis labios por breves segundos y abraza todo mi cuerpo impidiendo que me levante.

—David... —Suspiro y acaricio su cabello mientras siento como se relaja— Debo irme...

—No... —Se queja ronco y me aprieta más a su cuerpo— Por favor...

—Vendré luego.

—Me duele todo.

—No me sorprende.

—¿Es motivo suficiente para que te quedes? —suspiro de nuevo y muerdo mi labio, este hombre y sus provocaciones.

—Dejame verlas.

—No amor...

—Dejame verlas —insisto y suspira. Me suelta y se acuesta del otro lado, dejandome su pecho totalmente descubierto y sus brazos estirados. Me levanto y me arrodillo a su lado, quitando con cuidado uno de sus vendajes—. Imbécil —susurro negando con la cabeza y vuelvo a cubrir la herida.

—Oye, te escuché —abre un solo ojo para advertírmelo.

—No estoy mintiendo —digo revisando la otra, están totalmente moradas.

—¿Por qué no revisas más abajo?

—¿Dónde? ¿Aquí? —pregunto cerca de su cintura, donde hay un leve tono rojizo en su piel.

—No, más abajo, creo que hay algo levantándose... —Miro su entre pierna y golpeo su brazo no lastimado— ¡Oye!

—No voy a tocarte David, no estas en condiciones.

—Claro que sí —se sienta rápido—. Joder —se queja posando su mano en la costilla.

—¿Ves? —bufo y pongo lo ojos en blanco obligándolo a acostarse de nuevo.

—Pusiste los ojos en blanco.

—Calla y duerme.

—Si despierto y te has ido...

—No me iré —miento y beso su frente—. Duerme, iré a prepararte algo.

Hace el toqueteo en sus labios con su dedo indice y con una sonrisa beso su boca antes de dejarlo solo.

Como dice el JefeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora