Epílogo (Parte I)

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Dos semanas después 

—Por supuesto que me encantaría conocer Hawaii pero ya sabes, me incorporé hace una semana al bufete y no es momento de vacaciones.

—Eres la novia del jefe, puedes tener vacaciones cuando quieras Andrea —sonrío, mirando a traves de la cámara de mi laptop la playa en donde se encuentra Kare con mi hermano Justin suspiro, todo se ve hermoso—. Bueno, te llamó luego, tu hermano quiere lanzarme al mar ¡No...Justin!

Rio más fuerte y me despido de ellos, serán unas semanas bastantes movidas para ellos.
Cierro la laptop y miro la hora, David lleva horas encerrado en su despacho, ya casi es la hora de dormir y no ha venido. Decido bajar por mi cuenta, al pasar por la cocina me muerdo el labio no debo pero no puedo evitarlo. Abro el refrigerador y saco un envase de helado de fresa y chocolate, cojo una cuchara y me llevo un bocado a los labios, es la tercera vez que como helado en el día de hoy, debo llamar a Javier y planear una cita de entrenamiento, si sigo así rodaré como una bola.
Después de robar un par de cucharadas más, guardo el helado y sigo mi camino inicial, el despacho de David. Sin molestarme en tocar abro un poco la puerta y me asomo, él se encuentra hablando por teléfono. Me quedó de pie esperando su reacción, alguna señal de si puedo o no quedarme. Me hace señal para que me acerque. Sonrío y cierro la puerta, él escucha atentamente lo que sea que le dicen y mientras me acerco él gira su silla y se golpetea las piernas para que me siente. Sonriendo más lo hago sin tardar mientras el rodea mi cintura yo rodeo su cuello,acariciando un poco su cabello sedoso.

—¿Y cómo reaccionó a los nuevos medicamentos? —pregunta miro su computador, tiene una pagina abierta con información de una clínica psiquiátrica. Mierda, seguro habla de Olivia—. Pues creo que eso es lo importante, que responda bien y que no atente con su vida ni con la del bebé. Esta bien, gracias doctor, sí, hasta luego.

Cuelga la llamada y antes de que pregunte o diga algo me toma de las mejillas y me besa. Sonrío sobre su boca y le respondo el beso de manera suave y tardando un poco en disfrutar su deliciosa boca, me encanta besarlo.

—Sabes a fresa —susurra y muerdo mi labio—. ¿Comiste helado de nuevo? —pregunta levantando una ceja.

—Solo un poco.

—Te puede doler la barriga luego —dice en un mal intento de regañarme pues no borra su sonrisa.

—No pude evitarlo —suspiro—, mañana llamaré a Javier, quiero entrenar —sigue mirándome sin borrar su coqueta sonrisa—. ¿Qué?

—Nada... Solo pensaba.

—¿En qué? —pregunto besando su frente.

—En que debo comprar más helado —sonrío y lo beso.

—Que exagerado —beso—. Has pasado toda la noche aquí ¿no quieres venir a dormir conmigo?

—Claro, es mi momento favorito —humedezco mis labios y me besa sin tardar. Ahora soy yo la que lo observa mientras nos levantamos y lo veo apagar todo, incluyendo su computador. Me mira cuando lo hace y yo aprieto mis labios, no quiero preguntar—. Nena.

—¿Sí?

—¿Por qué te tardas tanto en preguntar?

—¿Preguntar qué? —sonríe cuando se da cuenta que me hago la loca. Se recuesta del escritorio y me toma la mano para acercarme a él y posicionarme en el medio de sus piernas. Acomoda un mechón rebelde detrás de mi oreja y me observa. Suspiro y luego de humedecer de nuevo mis labios lo miro—. ¿Cómo está?

—Muy bien, bueno, las primeras semanas fueron un caos. Atentaba contra el bebé y los médicos la ataban para poder evitarlo. Cambiaron sus medicinas y ha reaccionado muy bien, incluso quiere volver a Rusia pero todavía no esta lista. El doctor le propuso un intercambio, hay una clínica muy buena en Rusia, la llevarán la próxima semana.

Como dice el JefeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora