Llegamos a su casa. Cada vez que la veo me gusta más y más, de verdad es una preciosidad. Bajamos del auto y después de rodear el auto me toma de la mano y caminamos juntos hasta adentro, muerdo mi labio, enojado y todo sigue teniendo ese lindo gesto.
Una vez que enciende las luces se quita la chaqueta arrojándola en el sofá y se pierde en la cocina, yo lo sigo y me quedo de pie junto a la encimera viendo como saca una botella de agua y bebe un largo trago. Joder, por eso tiene una piel hermosa, se hidrata demasiado.
Sale de la cocina y con la mirada me pide que lo siga, vamos a su despacho. Dios, ese lugar me llena de nervios.
Una vez adentro deja la botella en el escritorio y sus puños se mantienen firme a cada lado de la botella, observándome todavía con el ceño fruncido.—¿Hasta cuándo pretendes seguir llevándome la contraria? —jodeeer, pero que voz tiene este hombre cuando se enoja. Camino hasta quedar frente a su escritorio y mojo mis labios antes de hablar—. No me provoques ahora.
Aprieto mis labios evitando sonreír, siempre olvido que ese gesto lo descompone por completo.
—No te llevé la contraria...
—¿No? —me interrumpe—. Preferiste quedarte hablando con ese imbécil cuando te dije que era hora de salir.
—Sí, pero te seguí el juego cuando dijiste que teníamos reunión ¿o no? —aprieta sus labios sin decir nada—. Llegaste hablando de tal manera que Brody llegó a preguntarme si tenía algo contigo —sonríe leve y lo miro sin poder creerlo—. ¿Te causa risa?
—Me gusta saber que se siente amenazado.
—¿Amenazado? —Sonrío irónica— Debes dejar ese comportamiento infantil cuando hablo con alguien.
—¿Infantil? ¿Por proteger lo mío?
—¿Lo tuyo? —me cruzo de brazos—. No soy un puto objeto que compras en una tienda, tampoco propiedad a tu nombre.
—Por supuesto que no. Pero eres mía y ese imbécil debe tenerlo claro —suspiro, es muy terco con estos temas joder—. ¿Por qué fue a tú oficina? ¿Te invitó a una cita?
—Sí.
Hunde su ceño y coloca sus manos en sus bolsillos, guardando sus puños de molestia.
—¿Piensas ir?
—Sí David.
—No quiero que vayas.
—¿Piensas que voy a hacerte caso?
—Soy tu jefe.
—¡Me vale verga!
—¡Odio que hables de esa manera joder! —me señala y lo observo con las manos en la cintura—. ¡No irás a esa cita porque no lo voy a permitir!
—¡No es por placer, es trabajo!
—¡Y una mierda! —dice alzando sus brazos—. Eso es solo una excusa.
—¿Crees que volveré con él? —moja sus labios y suspira, está muy alterado—. ¿Acaso tu gente que se encarga de investigar no sabe que fui yo la que lo dejó? Que me engañó y que por eso todo se acabó. ¿No te lo dijeron?
—Andrea...
—Te sientes con el poder de investigar a quien se te de la gana. ¿Quién te crees? —su respiración es más rápida a medida que hablo—. En ningún momento te dije su apellido, ni siquiera él lo hizo cuando te presentaste y entras como rey del mundo y lo llamas Cooper, ¿le tomó mucho tiempo a tu gente investigarlo? —sonrío—. Por lo visto no mucho.
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Como dice el Jefe
RomanceDavid Novikov. Ruso. Volará de su país para hacerse cargo del bufete de abogados de su padre. Justo. Controlador impulsivo. Sentimientos no entra en su vocabulario, dice que es para débiles. Tres reglas: Ser puntual. Nunca interrumpirlo. No hacer pr...