Después de estar infinitos minutos en la cama, sin decir una palabra, David ya se ha quitado la corbata de los ojos y se pierde en el baño. Joder, ¿estará molesto conmigo? Mi mente se detiene, está en blanco por todo lo sucedido, ninguno de los dos hace referencia a lo que pasó hace solo unos minutos. Me siento en la cama y suspiro, creo que irme sera la mejor opción.
Me levanto de la cama y despues de atarme el cabello recojo mi ropa a la vez que él sale del baño, viene con el ceño sereno pero con la mirada no tanto. Me hace soltar la ropa de las manos y me levanta por debajo de los brazos para llevarme hasta el baño, cierra la puerta y se mete conmigo en la tina que ha preparado con agua tibia y aceites con olor a vainilla.Suspiro, no está enojado, todavía me quiere junto a él, o eso es lo que creo.
Estamos frente a frente, pero sin decir una palabra, coge una esponja de color azul cielo y luego de echarle jabón líquido, empieza a expandirlo por mis hombros, mi cuello, mis brazos, todo mi cuerpo, relajándome físicamente pero nada mentalmente.
Llevamos varios minutos de la misma manera, siendo el sonido del agua al movernos lo único que se escucha en la habitación. Yo no pierdo de vista su rostro. Esta muy concentrado lavándome, mirando cada espacio de mi cuerpo menos mi rostro. Mojo mis labios y su mirada viaja a ese gesto, mi pulso cambia de ritmo cuando sus pozos azules suben lentamente hasta los míos grises, deteniendo de inmediato su acción de lavarme.—¿Te ibas? —pregunta con voz ronca.
Trago grueso y bajo la mirada, él suelta la esponja suspirando y esperando pacientemente a que responda.
—Pensé que estabas molesto...
—Lo estoy —dice interrumpiéndome. No puedo creerlo, está molesto pero ¿por qué esta aquí conmigo?—. Estoy molesto.
—¿Por qué no dejaste que me fuera entonces?
—Porque quiero fingir que esa palabra no ha salido de tu boca.
Lo miro sin poder creerlo. Quiere volver a ser frío, quiere pretender que es duro como una jodida piedra pero no puede pretender que me crea ese papel, no ahora.
—David...
—¿Fue algo del momento? ¿O de verdad lo sientes? —dice interrumpiéndome de nuevo. Sé que dijo que estaba molesto, pero eso no es lo que me demuestra su rostro. Puedo ver miedo en él.
—No lo sé —repondo en voz baja—. Solo salió... Me preocupó verte llorar.
—No estaba llorando.
—¿Qué dirás? ¿Que era sudor?—aprieta sus labios y me quita la mirada—. ¿Puedes admitir algo por una vez en la vida? —Se queda callado y la vena de mi frente quiere abultarse pero me contengo— ¿Nunca me dirás nada?
—Eso no era parte del trato.
—Dormir en tu casa los fines de semana y decirte cada mierda que quieras saber de mí tampoco era parte del trato. Pero claro, eres el jefe, tú siempre sales ganando en todo.
Me levanto y salgo de la tina para entrar a la ducha y quitarme todo el jabón y lo aceites de mi cuerpo.
David observa todo lo que hago, puedo sentir su mirada caliente sobre mí. Cierro los ojos para enjuagar mi rostro y al abrirlos él está entrando a la ducha. Se acerca pero yo retrocedo.—No quiero discutir.
—Yo tampoco —responde pegándose a mi cuerpo cuando ya no puedo retroceder más.
—Lamento lo de antes...
—No importa...
—Sí importa David, pero como no quieres hablarlo, quieres omitir todo para no tener que explicarme lo que pasa contigo.
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Como dice el Jefe
Любовные романыDavid Novikov. Ruso. Volará de su país para hacerse cargo del bufete de abogados de su padre. Justo. Controlador impulsivo. Sentimientos no entra en su vocabulario, dice que es para débiles. Tres reglas: Ser puntual. Nunca interrumpirlo. No hacer pr...