6. Negociaciones

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Reino de Lucis, noreste de Lleide fuera de los límites del Muro de Insomnia. Un terreno árido y desértico pero aún así con atisbos de lo que parecía haber sido una población. Una población ahora inexistente, pero que dejó tras ella una muralla que le hiciera frente a todos los peligros externos. Ahora, era el escenario clave de una batalla a muerte librada en el ocaso, entre los Glaives reales de Lucis y el ejército imperial de Nifelheim.

Fuertes y agresivos animales adiestrados para la guerra, así como la imponente tecnología Magitek, clave de todas sus armas y soldados, atacaban desde sus enormes naves y la misma tierra, aquel abandonado territorio que los Glaives reales, con ayuda de la magia otorgada por el Cristal y el mismo Rey, intentaban defender con sus vidas.

-A todas las unidades, ¡aseguren el Muro! ¡Si abren una brecha, se acabó!- Anunció uno de los Glaives por el interfono que le comunicaba con el resto de sus compañeros.

Los monstruos no paraban de aparecer y por si fuera poco, la noche se cernía cada vez más sobre ellos, lo que conllevaba la llegada de los demonios cadentes. Nyx, temiéndose el final de la batalla de llegar a ello, se asomó desde la muralla y se abalanzó contra un monstruo arácnido destrozándole por completo, y de ahí, proyectándose con sus kukris, fué limpiando la zona todo lo que pudo.

Más alejado de la zona álgida de la batalla, Libertus observaba el paso del enemigo, oculto tras unas antiguas columnas derruidas, utilizó magia para volverse invisible lanzando así un ataque sorpresa al enemigo, que no esperaba a sus oponentes tan cercanos. Sin embargo, y a pesar de poder derrotar a algunos de ellos con sus dagas o magia de rayo, el número enemigo era mayor, y no tardó en tener que levantar un escudo para protegerse de las balas enemigas que ya empezaban a apuntarle.

-¡¿Cómo vas por ahí Crowe!?- Le preguntó a su hermana comenzando a impacientarse.

Desde una de las torres más alejadas, en la retaguardia, Crowe junto con cuatro glaives más, todos ellos especializados en magia ofensiva, concentraban su poder en un gran ataque que, esperaban, les fuera a salvar del aprieto.

-¡Ya falta poco!- Informó, sin embargo, uno de sus compañeros colapsó a su lado habiendo consumido todas sus fuerzas, por lo que abarcando su espacio también, reforzó la magia que necesitaban reunir.

Un enorme nubarrón negro e ígneo terminaba de formarse sobre sus cabezas. Pero el ejército enemigo no iba a quedarse quieto mientras esperaba que terminaran el ataque, así que lanzó sus misiles.

-Necesito apoyo. ¡El flanco oriental va a caer! Pelna, ¿puedes llegar hasta aquí?

-¡Lucis no nos paga lo suficiente a los refugiados para esto!- Se quejó mientras se deshacía de un monstruo arácnido con magia de rayo. Aún así corrió hacia donde le decían para intentar salvar el lugar.

Los tanques enemigos seguían atacando con sus misiles la muralla, consiguiendo esta vez que uno de los muros empezara a desplomarse. Viendo a uno de sus camaradas en el suelo malherido justo donde iban a caer todas las ruinas, se proyectó hacia él y creó un escudo mágico para protegerse. Sin embargo, poco iba a durarles la tranquilidad, pues a los pocos segundos apareció un bégimo corriendo hacia ellos.

-Por si éramos pocos...- Dijo pensando rápidamente en qué hacer.

Dos luces azuladas se proyectaron a ambos lados del bégimo rebanándole el cuello y, dejando ver después, a los dos glaives artífices de la caída de tan peligroso animal.

-¡Nyx! ¡Axel! ¡Os debo una!- Dijo Pelna aliviado.

-Tú y todos los demás.- Respondió Nyx quitándole importancia.

-Pues a mí invitame a algo cuando volvamos.- Dijo Axel, en cambio.

Ambos se ocultaron tras unas columnas en ruinas esperando por nuevas órdenes que no tardaron en llegar.

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