27. Frontera con Duscae

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No tardaron demasiado en llegar al asentamiento de nuevo. A pesar de ser ya noche cerrada, tuvieron la suerte de que no les saliera ningún cadente por el camino. Todo el mundo se había recogido y no sabían con certeza si la intención de desmantelar la fortaleza que estaba montando el Imperio en la frontera oeste con Duscae, era de vital importancia para hacer en ese momento o no. Valoraron el llamar a Cor por teléfono, pero lo descartaron casi al instante. Si estaba vigilando la zona, podría ser peligroso si le descubrían por una llamada. Así que no les quedó otra que ir a buscar a Mónica.

—Buah, tios estoy muy cansado. ¿De verdad no podemos parar un poco? ¡Se nos va a hacer de día de nuevo dentro de poco!— Se quejó Prompto.

—No sabemos la estrategia que tienen planeada. Igual quieren asaltarlo durante la noche.— Sugirió Ignis.

—En cualquier caso, si el general nos ha dicho que fuéramos a buscar a Mónica, es porque debe de estar cerca y enterada de que veníamos. Dejad de montar jaleo y vamos a buscarla.— Les regañó Gladiolus al ver la cara de profundo hastío que ponía el príncipe.

Al otro lado de la carretera que separaba el asentamiento en dos, había una casa con cierto patio y unos coches oxidados y desgastados aparcados bajo un tejadillo de metal. En ese patio, Mónica les esperaba pacientemente sentada en una de las sillas. Nada más verles, se puso en pie de nuevo, con diligencia.

—Alteza, el general ya me ha puesto al corriente del plan. Hemos localizado un acceso secreto a la fortaleza. Lo marcaré en vuestro mapa.— Dijo pidiçendolo con la mano y, ayudándose de una pequeña lámpara que había sobre la mesa, marcó un punto en el mapa de los chicos.— La ruta es segura. No deberíais tener problemas para entrar.

— De acuerdo, gracias Mónica.— Agradeció Gladiolus.

—Abasteceos bien y emprended la misión cuando estéis listos. Os veré allí.

— ¿Pero tenemos que estar allí ya de ya o podemos esperar a que amanezca?— Se atrevió a preguntar Prompto.

— Bueno... Cuanto antes acabemos con la fortaleza enemiga mejor... si les damos tiempo, puede que luego la seguridad sea mucho mayor que la esperada.

— No te preocupes Mónica, iremos directos para allá.— Aseguró Gladiolus a la preocupada Mónica mientras le daba una colleja a Prompto.

No había más vuelta de hoja por lo que parecía. Por suerte, el lugar tampoco estaba demasiado lejos del asentamiento, así que se entretuvieron comprobando sus armas y haciendo recuento de los objetos curativos necesarios aprovechando la luz del asentamiento y tras estar seguros de ello, se subieron al Regalia y emprendieron el camino hacia el punto marcado en su mapa.

—Oye, ¿de dónde sale Mónica?— Preguntó el rubio después de subirse de mala gana al coche.

— Pertenece a la Guardia real, como Gladio, Amnis y yo.— Aclaró el conductor.

—Otra alumna aventajada de mi padre, junto con Dustin. Él es quien está escoltando a Iris.

— No está mal saber que aún podemos confiar en alguien fuera de Insomnia.- Reconoció el príncipe acomodándose en el sillón del coche, ya con los ojos medio cerrados.

— ¡Eh! Nada de dormirse principito, que ya hemos llegado.— Le regañó Gladio empujándole un poco del hombro mientras Ignis aparcaba el coche.

La zona parecía estar cubierta por una pequeña capa vegetal, y el ambiente era un poco más húmedo comparándolo con la zona donde se encontraba Hammerhead. La proximidad a Duscae parecía patente y la escasa luz de sus linternas y de las pocas farolas que iluminaban la carretera tampoco les dejaba percibir mucho más que los obstáculos del terreno más notables. Saltaron el quitamiedos de la carretera y avanzaron por una pequeña ladera hacia un pequeño metido entre dos elevaciones del terreno que formaban una especie de pequeña cueva. Al fondo, ya les esperaba Mónica, que había salido hacia allí nada más informarles.

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