22. Embarcadero de Galdin

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El mandoble cayó pesadamente sobre el último dafoeno que quedaba en la zona. No había sido demasiado difícil, o al menos no para Gladiolus, que estiraba la muñeca con la que había dado ese último golpe. Prompto, algo exhausto, aunque sin querer reconocerlo, se sentó en una de las rocas a recuperar el aliento, mientras Ignis limpiaba las gafas pausadamente y el príncipe empezaba a rebuscar la placa que Dave les había encomendado encontrar.

-Pareces muy metido en el tema.- Comentó Gladiolus.- ¿Tanto te ha llegado el tema de las placas?

-Bueno... No debe ser agradable para las familias... supongo.

-Supones ¿eh?...- Suspiró el mayor entre risas para sí mismo mientras se unía a la búsqueda. El príncipe era poco dado a decir las cosas como las pensaba. Siempre solía expresarlas con un deje de pasotismo que indicara que tampoco le importaba tanto. Pero a ellos a estas alturas, ya no podía engañarles.

A pesar de haber localizado antes donde podría estar (más o menos) por el reflejo que había dado al reflejarse en ella el sol, ahora no eran capaces de encontrarla. Ya eran las seis de la tarde y el sol estaba empezando a ponerse en el horizonte, cubriéndolo todo con una luz anaranjada. Si no se daban prisa en encontrarla, deberían dejar la búsqueda para el día siguiente o se arriesgaban a ser presa fácil de los cadentes que saldrían a pasear esa noche. A parte que por mucha linterna que tuvieran, a ver quién era capaz de encontrar un objeto tan pequeño casi sin luz.

-¿Eh? ¿No es esto?- Preguntó Prompto inseguro mientras desenterraba algo en el suelo.

Los demás se acercaron a ver de qué se podría tratar y descubrieron con alivio que, efectivamente, era la placa que buscaban. Seguramente, hubiera acabada enterrada con todo el movimiento que hubo en la pelea contra los dafoenos. Prompto cogió la placa con orgullo de haber sido "el salvador" que les había librado de volver al día siguiente o ser comidos por los cadentes y volvieron a la estación de servicio buscando a Dave para devolverle el preciado objeto.

-Ya has encontrado una, ¿eh? Bien hecho.- Les dijo Dave contento en cuanto la entregaron.

-...Era lo único que quedaba.- farfulló el príncipe en voz baja.

-Bueno, tampoco te vengas abajo... Aunque mira quién va a hablar. A mí se me parte el corazón con cada cazador al que no puedo salvar. Cada una de esas chapas es un puñal que se me clava. Pero si el dolor me impidiera salir a buscarlas, sus vidas quedarían olvidadas para siempre. Y eso me dolería más que nada.

-Ya, supongo que tienes razón.

-Por eso pido a mis cazadores que recuperen todas las que encuentren. Y de vosotros espero lo mismo.

-Cuenta con ello.- Declaró Gladiolus con tono solemne.

Una vez se despidieron de él y viendo las horas que eran, decidieron casi unánimemente que la mejor idea era quedarse esa noche en el hostal de la estación de servicio y partir de nuevo por la mañana.

Les atendió un hombre mayor en un puesto con diferentes bebidas y aperitivos de bolsa que les dio contento una llave para una habitación.

-Bueno, pues hoy ya toca descansar.- Comentó Noctis mientras entraban por la puerta del edificio.

-¡Toca cama blandita!- Se alegró Prompto enormemente. Gladio no dijo nada, prefiriendo dormir al aire libre pero teniendo ganas de reposar la espalda en un buen sitio también.

La habitación no era algo excesivamente lujoso precisamente, pero al menos el baño y el mobiliario parecía estar en buen estado. El suelo era de baldosas con un diseño intrincado en tonos de azul, mientras que las paredes, con algunos cuadros colgados, era de un azul claro desgastado al que no le vendría mal una nueva capa de pintura.

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