El príncipe Noctis se abalanzó contra Gladiolus con fuerza, pero en un simple movimiento de muñeca consiguió desarmarle y hacerle caer al suelo. El Príncipe le miró con cara de pocos amigos, adolorido por el golpe, pero para Gladiolus eso no era motivo para un descanso.
-Puedes hacerlo mejor que eso.
Noctis se levantó del suelo recogiendo su espada y se abalanzó de nuevo contra el chico que con leve movimiento de piernas le esquivó y venció de nuevo con un golpe en la espalda con su espada de madera, cortándole la respiración durante unos instantes y haciéndole caer al suelo de nuevo.
-Otra vez- Dijo con calma.
-No.- Le respondió el príncipe con desdén, sin duda harto de recibir tantos golpes y no ver un ápice de mejoría. Se levantó del suelo y le dio la espalda a su entrenador mientras se encaminaba hacia la puerta.
-¡Oye!- Le intentó detener Gladiolus.
-Es la hora de cenar.- Respondió como toda excusa.
Gladiolus frunció el ceño. Igual que parecía ser obvia la antipatía que el príncipe sentía hacia él, también era bastante notable el desagrado que sentía al tener que estar entrenando a ese niño que parecía ir por libre continuamente. Alguien como él, debería estar ya acostumbrado a ese tipo de responsabilidades o tareas, dado que el ambiente en el que se movía lo requería casi obligatoriamente. Veía mucha más actitud y esfuerzo en su sirvienta que en el propio Príncipe. Por otro lado, no conseguía entender qué era lo que había visto Amnis en ese crío para que estuviera dispuesta a renunciar a los pocos ratos libres que tenía, para ponerse a estudiar y entrenar aún llevando sus obligaciones diarias.
La cena se llevaba a cabo en un amplio salón en el que, protegidos por un grupo de guardias (entre los cuales se encontraba Gladiolus), el Príncipe y el Rey comían tranquilamente en una mesa situada frente a una enorme cristalera que dejaba unas magníficas vistas para acompañar el momento.
-¿Cómo van tus clases?- Preguntó el Rey a su hijo tras observarle un par de veces en silencio.
-Normal.- resumió el Príncipe.
-Nuestra definición de "normal" no suele ser la misma. Pero, mientras te diviertas...- El Rey no dejaba de mirar a su hijo.- ¿No te comerás las zanahorias?
-Las odio.- Dijo como toda respuesta.
Le irritaba. A Gladiolus le irritaba enormemente ese crío, y tener que estar contemplándole continuamente con esos detalles de niño mimado, le enervaba todavía más si cabía.
-¡Ese príncipe tan molesto! No sé cómo eres capaz de aguantarle tantas horas Amnis, de verdad.- Dijo tumbándose sobre el sofá de su casa.
-¡Dijiste palabrotas! ¡Se lo diré a papá!- Dijo Iris, su hermana pequeña, apareciendo tras él antes de que Amnis pudiera contestar.
-Iris....- Antes de que la niña pudiera reaccionar, Gladiolus la cogió y la sentó sobre él pasándola por encima de su cabeza para hacerla cosquillas. Iris empezó a reírse sin poder parar y rogándole a su hermano entre ellas que se detuviera.
-Qué enternecedor.- Rió levemente Amnis sentada en uno de los sillones al lado del que ocupaba el chico.
-Solo libero estrés.- Se justificó con su hermana.
-¿Le odias de verdad?- Le preguntó la niña, posiblemente, ya cansada de estar escuchando a su hermano quejarse de él una vez tras otra.
-Sí, odio a ese estúpido mocoso.- Dijo con evidente cabreo.
-Pero... ¿no es tu deber protegerlo?- Preguntó de nuevo la niña.- Se supone que serás el Escudo del Rey como papá.
-Si fuera el rey Regis sí, pero nunca protegeré a ese mocoso. Por cierto, él no será el rey.
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Somnus
FantasyEn un mundo en guerra donde los días cada vez son más cortos y las noches traen consigo a los monstruos, el Príncipe de Lucis y sus acompañantes lucharan por traer la luz de nuevo a sus días en un viaje memorable... para bien y para mal...