11. Visitantes

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La imponente sala del trono, iluminada por la luz de la mañana que se filtraba a través de los enormes y altos ventanales parecía aún más inmensa que los días anteriores. No es que hubiera cambiado de tamaño, como el ojo, engañado, nos pudiera hacer creer, sino que comparada con el ajetreo de reuniones y decisiones que tomar con motivo de la ceremonia de la firma, ahora parecía completamente desalojada. Solo cinco figuras permanecían en la sala: cuatro de ellas frente al trono, donde el rey Regis observaba al grupo que partiría junto con su hijo.

-Todo está dispuesto para vuestro viaje. Tenéis mi bendición para partir, príncipe Noctis.

El príncipe se inclinó ante el rey en una breve reverencia.

-Gracias... Majestad.- contestó con cierto matiz amargo. Aún no se hacía a tener que llamar a su padre de esa forma, a pesar de los años.

-Podéis marchar. Que los Sidéreos os amparen.

-Bien.- Respondió justo antes de darse la vuelta y marcharse en dirección a la escalinata de bajada y haciendo que Gladiolus, que se hallaba justo a su espalda, tuviera que esquivarle rápidamente antes de chocar con él. Al mayor le hubiera gustado llamarle la atención, pero se limitó a mirarle brevemente mientras bajaba antes de girarse de nuevo hacia el rey y despedirse con una respetuosa reverencia. Prompto e Ignis no tardaron en seguirle y, a continuación, ir tras el príncipe, que ya se alejaba encabezando el grupo.

El rey, no pudo evitar fruncir levemente el ceño en una mueca de desagrado. Había sido tan frío... No era la despedida que él había querido hacer a su hijo, y seguro que él sentía lo mismo.

-Cómo se las gasta el príncipe...- Comentó Prompto ya saliendo del edificio.

-El protocolo no es lo suyo.- Corroboró el de gafas.

-Si te llegan a pedir un discurso oficial...- Continuó Gladio.

-¡Alteza!

Noctis se giró al escuchar la voz del capitán Drautos y, al ver como su padre intentaba avanzar hasta él, bajando las escaleras con paso entorpecido por su dañada pierna, sintió que tenía que esperarle.

-¿Qué?- Preguntó antes de subir un par de escalones de vuelta.

-No hemos hablado todo lo que deberíamos.- Noctis se situó a su lado e hizo el ademán de ayudarle, que el rey rechazó con un leve gesto.- Procura o meter en problemas a tus amigos.

-No me vengas con esas.- Se quejó el chico.

-Ya sabéis que mi hijo es como es.- Dijo, hablando ahora a los otros tres.- Permaneced a su lado. Os necesitará.

-Así será, mi señor.- Contestó Ignis con una reverencia.

- El príncipe llegará sano y salvo a Altissia.- Aseguró Gladio.

-Sí, para eso estamos.- Corroboró el rubio.

-Siento interrumpir, pero Cor nos espera en el coche. Drautos, cuida bien de él.- Diijo Noctis dando por finalizada la conversación, seguramente avergonzado por las frases intercambiadas entre su padre y sus amigos.

-Una cosa más.- Interrumpió el rey.- Trata como se merece a tu futura esposa.

-Vos por igual, majestad.- Contestó el príncipe con una reverencia en tono de broma y una sonrisa burlona.- Tratad con la mejor cortesía a nuestros imperiales invitados de Niflheim.

-No tienes de qué preocuparte.- Aseguró.

-Ni vos.

-Recuerda. Una vez partas, no debes mirar atrás.

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