18. Futuro

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El enorme cadente traído por el Imperio había adquirido como labor propia la destrucción de toda Insomnia, y lo estaba ejerciendo como tal. En una ciudad casi evacuada en su totalidad, podría pensarse que tanto desprendimiento de escombro no heriría más que en el alma de quienes veían como su hogar era destruído. Sin embargo, aún quedaba gente que intentaba huír o que permanecía luchando desesperada en medio del caos.

-¡A la izquierda Libertus!- Gritó Amnis viendo como estaban a punto de ser sepultados.

-Agarraos, esto va a ser movidito.- Les aconsejo a las dos pasajeras.

De repente Glauca apareció frente a ellos mientras su coche se aproximaba a toda velocidad hacia él. La idea principal hubiera sido arrollarle con el coche, sino fuera porque lo pudo detener con su propio cuerpo.

-¡¿Pero este tío es humano!?- Dijo Amnis sin creerse lo que estaba viendo. Drautos no solo estaba deteniendo el coche, sino que además lo estaba levantando. Libertus hizo por acelerar, sin éxito.

Ante la insistencia, Drautos lo soltó de golpe y se hizo a un lado para atacar a la princesa atravesando la ventanilla del coche. Libertus y Amnis se miraron brevemente con una sola idea en la cabeza. Se quitaron el cinturón de seguridad y, abriendo la puerta, LIbertus salió del coche en marcha arrastrando a la princesa del brazo hasta el asiento del conductor y alejándola al mismo tiempo del alcance de Drautos.

-Ven, conduce tú.- Le dijo a Lunafreya.

Amnis y Libertus se subieron al techo del coche y se lanzaron contra Drautos. Libertus con el kukri que antes le había cedido Nyx y Amnis con una de sus katanas en alto.

Drautos intentó deshacerse de Libertus empujándole con la cara fuera del coche, pero Amnis consiguió que le soltara con un fuerte golpe en la muñeca del atacante mientras agarraba a Libertus de la espalda para evitar que se cayera.

-¡Pise a fondo!- Le gritó Libertus a la princesa, que llevaba el coche como buenamente podía al mismo tiempo que se arrimaba con el coche a un muro del mismo lado en el que se encontraba Drautos, aprisionándole contra ella.

Una enorme espada se proyectó hacia ellos, clavándose en el asfalto y uno de los enorme gigantes representantes de los antiguos reyes se materializó en el lugar. Ese hecho no pareció gustarle demasiado a Drautos, que con toda su fuerza, fue capaz de desplazar al coche en movimiento y liberarse del mismo.

-¡Libertus, Amnis!- Gritó la princesa viendo como el gigante frente a ellos alzaba su espada.

-¡Acelera y no pares por nada!- Gritó Libertus mientras Amnis hacía lo posible por no perder el equilibrio y expulsar a Drautos del coche al mismo tiempo, sin éxito.

Sin embargo, su objetivo fue logrado gracias al enorme rey, que con su espada y una increíble precisión consiguió hacer caer a Drautos del coche mientras los otros tres saltaban un enorme agujero formado en la carretera gracias a la velocidad que llevaban.

Gracias a un milagro obrado por los Sidéreos consiguieron llegar al otro lado, eso sí, cayendo ambos guerreros al asfalto con el agresivo aterrizaje. La princesa frenó a su lado, angustiada y respirando entrecortadamente.

-¿Estás bien Libertus?- Preguntó Amnis preocupada por su pierna.- Puedo conducir yo.

-No, mejor reservate para cuando salgamos de Insomnia. La princesa te necesitará entera.- Dijo abriendo la puerta del conductor de nuevo.- ¿Estás bien?- Le preguntó Libertus a la princesa.

A lo lejos, junto al enorme gruñido del cadente y otro de los Reyes de Antaño, pudieron vislumbrar la figura de Nyx, aún luchando y cubriéndoles la huída. Amnis frunció el ceño con preocupación, sabiendo en el silencio el destino que había decidido el héroe.

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