XXXV

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Gabriela

Toqué la puerta de la casa del Diego porque la Dani me había llamado.

Cuando abrieron, justo me llegó un mensaje del Lucas, me reí al leer lo que era y miré al Diego.

—¿Quien te trae loca?.— me preguntó y me reí.

Me hizo pasar y vi a la Dani acostada en el sillón.

—¡Hola amiga mía!.— me tiré al sillón con ella y me abrazó. —¿Como estai?.

—Bien po ¿y tu?.

—Bien. Te llamaba porque no quiero que me vaya a dejar el Diego.— dijo en voz alta para que él escuchara.

—Erí pesá.

—Me caí mal po.— dijo riéndose.

—No me decías eso anoche.— la miró coqueto.

—¡¿De que me perdí?!.— la miré.

—De nada oh.— rodó los ojos y se rió. —Ya pero enserio, quiero que me vayas a dejar tú.

—Hijo ¿quien llegó?. — dijo la mamá del Diego entrando con una guagua en brazos. —¡Gabi!.— ay, la amo.

—Hola tía. ¿como está? ¿Ya lo tuvo?.

—Si pué, aquí está el mono chico.— me lo mostró.

No soy muy fan de los cabros chicos pero éste bebé era muy lindi.

—Aaay ¿como se llama?.

—Ignacio.

—Es muy lindo tía, felicidades.

—Gracias. ¿Y que haces por acá?.

—Vine a buscar a la Dani.

—Ah ya. Ven pa acá mi guagua.— le dijo a la Dani y le pasó la guagua al Diego.

Ellas se abrazaron.

Daniela

—Si algún día quieres volver, las puertas están abiertas. Fue un gusto recibirte aquí, Danielita. Nunca pensé que me ibas a caer tan bien y que ibas a ser un aporte en esta casa más que solo una amiga del Diego.— me dijo la tía Paty.

—Ay tía, usted me cayó súper bien también, muchas gracias por todo. Cuando pueda los vengo a ver a los tres.— susurré lo último y ella asintió sonriente. —Ya, vámonos. Cuídense.

—Chao mi niña, que le vaya bien.

—Toma.— le devolvió al Nachito.

—Chao poroto chico.— le di un suave beso en la frente.

—Adiós amor de mi vida.— el Diego me abrazó fuerte.

Me reí y lo abracé por la cintura.

—Juro que me pone demasiado feliz que te hayas quedado aquí, no me arrepiento de nada desde el momento en que llegaste, la pasé excelente contigo.

—Yo igual la pasé súper bien contigo. Nunca pensé que llegarías a ser tan importante en mi vida.— me abrazó más fuerte.

—Ya, chao.— hizo puchero al separarse. —Te amo.

Hueón, Me EncantaiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora