Hueón, Me Encantai

XXIV

Daniela

Apenas terminó de acariciar mi mejilla se acercó a mí y miró mis labios.

Sabía lo que venía pero aún así no lo detuve.

Era tiempo de voltear completamente la página del Lucas y que el Diego hiciera eso, ayudaba.

No era un beso apasionado como yo pensaba que sería, más bien era tierno, lleno de amor no solo de parte de él. Se sentía bien, me sentía protegida.

Nos separamos por falta de aire.

—Antes de que me digas que no puedes o algo, dejame decirte que necesitaba hacerlo.

Sonreí y lo abracé.

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—¡Dani ¿querí un pan?!.

—¡Ya!.

Salí de la pieza donde me estaba poniendo el uniforme y el Diego me pasó mi pan.

—¿Estai lista?.

—Sí, vamos.

Salimos de la casa en camino al paradero.

Llegó la micro, pagamos el pasaje y nos sentamos atrás. La cromi comenzó a andar pero frenó bruscamente por un hueón atrasado.

Saqué mi celular, me miré en el reflejo y luego lo guardé.

—Hueón, estoy toda chascona.— dije haciéndome un tomate.

—Te ves bonita chascona.— dijo mirándome.

Me reí de los puros nervios.

Me pongo nerviosa cuando me dicen esas vainas.

El tipo que se subió pagó la micro y comenzó a caminar por el pasillo de la micro.

Era el Lucas.

Mierda.

Nos miró con arrepentimiento, conozco muy bien sus miradillas.

—¿No te ha dicho nada?.— le pregunté mirando como el Lucas se sentaba en los primeros asientos.

—Y que me va a decir el hueón. — lo miré mal. —Qué.

Rodé los ojos.

—¿Porque se caen tan mal?.— alzó la mirada rápidamente.

—No sé.— dijo nervioso.

wHat.

Después de un rato llegamos.

El Diego se paró del asiento y tocó el timbre.

El Lucas apenas se bajó de la micro se puso el gorro de su poleron y caminó hacia adentro de la skul.

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Salí del colegio pero me tuve que devolver.

—¡Diego préstame tus llaves por fa!.— le grité.

—Es que me voy a quedar un rato con los cabros.— dijo saliendo del círculo satánico que tenían sus amigos. —¿Y las tuyas?.— sí, tengo llaves de su casa.