XXXVII 2/3

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Diego

Pa que voy a decir que no estaba nervioso, si si.

Iba rumbo a la casa de la Dani y estaba súper nervioso pero no sabía por qué, si era la Daniela.

Hace rato no la veía. :(

Pospusimos la salida como dos horas porque teníamos cosas que hacer los dos pero igual queríamos salir, así que eran las siete y yo recién había tocado la puerta.

—Hola Diego.— me dijo mi suegra ah, con una sonrisa. —Pasa, la Dani está por bajar.

Me puse a conversar con la tía y es súper simpática, hasta que escucho correr a alguien por el pasillo del segundo piso, bajar los primeros escalones y asomarse.

—¡¿Mamá, donde están mis calcetas de elefantes?!.— cabra culiá linda.

La tía se rió.

—Anda a buscarselos por fa, están afuera en el tendedero.

Salí al patio, saqué las calcetas que para ser sincero estaban súper lindas, cerré la puerta y me asomé en la escalera.

Estaba con un tomate todo desordenado, con care poto y moviendo sus píes en forma de juego.

—Apúrate.— me reí y le tiré lo pedido en la cara.

—¡Llegaste enfermo!.— me sonrió mostrando su dentadura. —¡Ya! Al tiro bajo.— subió corriendo, casi se cae pero siguió.

Después de unos diez minutos, la Dani bajó con sus cosas, nos despedimos y salimos.

;

Terminanos de reírnos de una hueá equis y ella se acostó encima de su toalla.

En la playa y los dos hueónes con pantalón.

Que goals, ah.

Se volvió a sentar y quedó mirándome.

—¿Que mirai?.— le pregunté sutil.

—Lo lindo que eres. Oye te tengo que decir algo.— dijo rápido para que ignorara lo primero, pero definitivamente no lo logró.

—¿Que cosa?.

—Es que...

—¡Que po!.

—Pucha, es que me da vergüenza.— dijo con un rosado leve en sus mejillas.

—Ya, dime no más, nada malo va a pasar.

—Si sé, pero igual me da la pera con como puedas reaccionar.

A mi también se me hizo la pera en esos momentos.

—¿Te comiste a alguien? ¿Tiraste con alguien? Qué. Si no es ninguna de esas, nada dolerá.— dije con una sonrisa y ella se rió.

Abrí las piernas, se sentó a la altura de mis rodillas con sus piernas en mis caderas, para estar más cerquita.

—Ya, pero no te rías.

—Yaa, ya.— me reí.

—Este tiempo que hemos estado más cercanos, he aprendido a conocerte, soportarte, quererte... Y pucha, la verdad es que no eres como yo pensaba, más allá de un cabro pelao, porro, feo...— sonrió mirándose las manos. —Eres una persona genial, que me ha ayudado mucho y así, siendote bien sincera, eres lo mejor que me ha pasado, obvio aparte de la Gabi.— hice puchero y se rió.

Antes de que pudiera decirle algo, rápidamente me abrazó por que ella estaba súper nerviosa, y se le notaba.

—Me gustai.— susurró.

CONCHETUMARE.

ME MUERO.

¿De verdad dijo eso? ¿Dijo que yo le gustaba?.

—¿Podi repetirlo? Es que no te escuché.

Me miró con los ojos entrecerrados.

—Me gustai.

—¿Ah?.— me acerqué para huebiarla.

—Me gustai enfermo culiáo.

Me reí, rodó los ojos y luego se unió a mi risa, después de las risas miró hacia abajo pero tomé su carita entre mis manos para que me mirara.

—Tu también me gustas, mucho. ¿Te puedo hacer la pregunta soñada?.

Me sonrió emocionada y le iba a decir también todo emocionado el tan esperado "¿Queri pololear conmigo?" Peeeeero...

—¿Querí pololear conmigo?.— me preguntó entera flash.

—¡Pero si eso te lo tengo que preguntar yo!.

—No porque sea mujer no te puedo preguntar yo.— dijo seria.

—¿Queri pololear conmigo?.— le pregunté ignorando lo ocurrido.

—Ya te pregunté, y no te voy a responder yo hueón. Así que apúrate, dime si quieres seguir con esto o sino me veré en la obligación de...

—¡Si!.

—Si qué.— cerró los ojos para ponerme atención.

—Si Daniela linda, hermosa, preciosa, amor de mi vida.— macabeo, soy yo, mi mujer me dominó 🎤.

Me tomó de las mejillas y me dio un beso, largo y rico, que mejor.

Al final me mordió el labio conchetumare, casi me derretí ahí mismo y la Daniela se rió, lo más probable por la care hueón que puse.

Me abrazó, me dio un piquito y se paró.

—¿Donde vas?.

—Ni siquiera un minuto pololeando y ya me controlas.— me cagué de la risa.

—Ya po ¿donde vas?.— dije mamón y abracé su pierna.

—Quiero mojarme las patitas.

—Pero si hace frío, te podí resfriar.

—No pasa naipe.— dijo en tono flaite mientras se sacaba las zapatillas y sus lindas calcetas.

Se sacó el poleron y fue a la orilla del mar.

Repetí su acto y me saqué las zapatillas, las calcetas, el poleron y la polera, fui corriendo hacia mi polola (ay que lindo suena) y la abracé por detrás.

—¿Tu celular?.

—Lo dejé allá.— señaló las cosas.

No había problema, eran como las ocho, estaba nublado y era día domingo ¿Quien chucha va a andar por ahí?.

—¿Porque?.

—¿Trajiste traje de baño?.— pregunté ignorando su pregunta.

—No ¡¿Porque?!.— dijo desesperada.

—Igual no me importa.

Me puse delante de ella y la tomé de las piernas poniéndola encima de mi hombro.

—¡No, Diego bajame!.— gritó entre risas y enojo mientras yo caminaba hacia el mar. —¡Diego y la conchetumare! ¡Bajame hueón! ¡Diego me voy a enojar!. — le hubiera creído de no ser por que estaba cagá de la risa.

Ya adentro, a la altura donde yo quería, la solté pero antes de tirarnos al agua, me gritó;

—¡Diego, no sé nadar!.






Amo este capítulo, eso chao y aprovechen del segundo del día🌞❤️

Hueón, Me EncantaiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora