Abrí los ojos y me llegó toda la luz del sol en éstos, me dolió más que la mierda. Di vuelta la cara y el Diego estaba boca abajo, con una mano en mi abdomen y mi pierna en su poto.
¡Que chucha esta manera de dormir!.
Me reí de lo lindo que se veía durmiendo, tan tranquilito, tan feo y tierno a la vez, con su ceño fruncido, todo despeinado, con su pelito en la cara, sus labios rosaditos entreabiertos y sus cejas despeinadas.
Pensando en como la lindura del Diego me había atrapado me volví a quedar dormida.
Diego
Me desperté y lo primero que vi fue a la Daniela tan linda como siempre y con su pierna en mis nalgotas.
Ya si tampoco tengo tanto potito.
Sin pensarlo acaricié su guatita y la miré.
Se veía realmente hermosa, con sus pestañas largas, su pelo que tapaba prácticamente toda la almohada, sus labios de color rosado tirao pa rojo totalmente natural que cuando la besaba se veían aún más comestibles, y eso me encantaba; las cejas despeinadas y sus mejillas medias coloradas por el calor.
Ah y su infaltable papada, pequeña, pero la tenía.
Me reí ante lo último que pensé, no muy sutilmente ya que la Daniela se despertó y me miró.
Daniela
—¿De que te reí?.
—Me acordé de algo.— me sonrió.
—¿De que?.
—Copuchenta.— se dio vuelta quedando boca arriba.
—Si lo sé.
—Puta que amaneciste linda hoy día.
—¿Que tratas de decir? ¿Estas diciendo que los demás días he amanecido fea?.— se rió.
—Que erí yeta. Si sabí que te ves linda siempre.
—Estai ciego.
—¡Ciego por amor!.— gritó.
—Cállate hueón.— le tapé la boca mientras terminaba de reírme.
Trató de decir algo pero no le entendí.
—¿Que?.— le saqué la mano de la boca para que hablara.
—Linda.
—¿Me dijiste algo?.
—Rica.
—¿Ah?.
—Preciosa.
—¿Que hueá?.
—Hermosa.
—Sabí que no te escucho.— hice un leve puchero mientras me hacía la hueóna.
—Erí perfecta.
—Te he escuchado todo el rato.— me reí.
—Si sé.
—¿Entonces por que seguías?.
—Por que me encanta decirtelo. ¿Y porque te hiciste la hueóna?.
—Por que me gusta que me digas eso.— me puse la almohada en la cara para que no viera lo roja que me había puesto.
—¿Pa que te tapai? Si te ves tierna rojita.
—Ay ya cortala.— le pegué un cojinazo y nos reímos. —Ya.— me estiré. —Me voy a bañar para estar lista.— me senté pero el Diego me agarró de la cintura y me tiró hacia él.
ESTÁS LEYENDO
Hueón, Me Encantai
Teen Fiction"El Diego no es de mi agrado, siempre me anda joteando pero yo estoy pololeando y él, eso no lo entiende. Después de los problemas que me causa con el Lucas ni cagando estoy con ese culiáo" Eso es lo que ella pensaba... Quien diría que el Diego serí...