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La alarma sonó, me levanté, me vestí, me peine y salí de mi pieza.

—¡Diego!.— dije tocando su puerta, ya que no contestó, entré pero no estaba.

Fui a la cocina, me tuve que preparar sola el desayuno no más po.

El Diego siempre me hace el desayuno por que yo me demoro mucho en arreglarme, y eso que salgo igual de fea que todos los días.

Llegué al colegio y el Diego estaba con sus amigos conversando, me miró pero no hizo nada más.

¡No hueón, no aceptaré que me ignore de esa manera tan dolorosa!

;;

Pasaron los días y el Diego me seguía ignorando completamente.

Se iba más temprano al colegio, trataba de quedarse en el colegio después de clases con los amigos ¡y lo que más rabia me daba es que se la pasaba en la casa de la María! Ni que fuera tan rica la fea culiá.

Habían veces que se moría por hablarme.

Sí, analicé todos sus actos.

Cuando me quería hablar pero su supuesto enojo era más grande se mordía el labio inferior. Cuando estaba apunto de que su boca soltara alguna frase como; "Oye Dani" se rascaba la nuca.

Él esperaba el momento justo para hacer algo en algún lugar de la casa donde yo no estuviera, y yo esperaba el momento justo para que estuviera solo e irme hacia él, pero siempre se me escapaba.

Ya no soportaba el hecho de estar en su casa todo el día y todos los días y no poder estar con él.

Tenía que hacer algo.

Esperé el momento en el que estuviera por salir hacia la casa de su vecina.

Me puse delante de la puerta evitando que pasara.

—Diego, tenemos que hablar.

—Que querí.

—Sientate en el sillón por favor.

—¿Para que?.

—Diego no te estoy huebiando, haceme caso por favor si no las querí perder todas conmigo.

Se fue a sentar, imité su acto y tomé lugar a su lado en forma de indio.

—Diego... En serio no soporto no poder estar, hablar, ver películas o hacer cosas contigo. Tu eres de las personas que sabe que me cuesta expresar mis hermosos sentimientos y ahora lo hago. Perdón por intentar mentirte. Te extraño mucho.— yo miraba mis manos nerviosa.

En un segundo de valor, miré al Diego y el hueón sonreía.

—Chiquitita.— me acarició la mejilla con su pulgar. —Al fin, linda, pechocha, hermosa.— me empujó levemente hacia atrás cosa que hizo que quedara acostada y él encima mío.

—¿Por que "al fin"?.

—Solo quería que dijeras eso. Que dejaras tu orgullo de lado y te disculparas.

—¿Y por que no me dijiste "oye disculpate"?.— traté de imitar su voz de hueón y él se rió.

—Porque sino no tenía ningún sentido hacerme el difícil contigo. Creeme que para mí fue más que una tortura.

Diego

En la posición que estábamos hacía que tuviera más ganas de comérmela a besos pero ella se iba a enojar. Hermano que sad.

—Aunque no lo creas, a mí también se me hizo difícil.— dijo con su pucherito lindo.

—¿Por que?.— me acerqué a ella, estábamos a solo centímetros, puso sus manos en mis mejillas y me miró.

—Por que te quiero y te extrañé un montón.

—Daniela, no sabes cuanto me encantas.

Corrió sus manos hacia mi nuca, me empujó hacia ella y me dio un beso.

Aaaaaaaay conchetumare.

Es increíble como una sola persona puede causar tantas cosas en ti.

Es increíble como la Daniela me enamora tan solo con mirarme.

Ella es increíble.

Puse mi mano en su cintura y la empecé a acariciar despacio como si fuera frágil como un vidrio.

Páramos en seco cuando escuchamos que tocaron la puerta.

Nos separamos, sonreímos y la Daniela se mordió levemente el labio inferior.

—Puta la hueá.— ella se rió, le di un corto beso y me paré.

Abrí la puerta y era la María.

—Hola.— me dijo con una sonrisa. —Estai súper chascon.— se rió.

Me reí de los nervios y me ordené el pelo.

—¿Que haces aquí?.

—Ah es que me dijiste que ibas a ir a mi casa.

—Es que le pedí que se quedara para hacer algo importante, una pena.— dijo la Daniela al lado mío sarcástica.

Que se pone pesá cuando está celosa.

—Ah. Entonces me voy.

—Gracias. Besos, besitos, mil besos.— dijo como la barbie de Toys Story.

—¿Que onda? ¿Erí hueca hueón?.— le dijo la Maria a mi mujer, ah.

—¿Ah y vo no erí hueca, tonta hueóna?.

—Espérame un poquito.— le dije a mi vecina y junté la puerta. —Daniela, cortala por fa.— hizo una mueca imitándome y se fue a la cocina. —Ahora sí. Es que estamos ocupados, así que pa la otra po, sorry por no avisarte que no iría, se presentó en el momento.

—Ya no te preocupí, pero para la otra dime que prefieres tirar con esa a estar conmigo.— la verdad es que sí.

Oye la Daniela no nada una "esa" y ni siquiera sabí lo que estábamos haciendo y hablai, así que por favor deja de hablar si no tienes información, muchas gracias fue un gusto.— cerré la puerta.

Fui a la cocina y la Dani estaba haciendo nuestros típicos panes de jamón y queso.

—¿En que nos habíamos quedado?.— la abracé por atrás de la cintura y puse mis labios en su cuello, ella se retorció y no pude evitar reír.

—Recuerdame tú po.— me dijo muy coqueta. —No, mentira, si me acuerdo pero tengo hambre. — puta casi.

Se rió y se dio vuelta poniendo los panes en el horno.

—Comeme a mí po.— me apoyé en el mesón y le sonreí.

—Mas rato.— me guiñó un ojo y sonrió.

Hueón, Me EncantaiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora