XLIII

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Daniela

Llegó el día dónde sabíamos el puntaje de la PSU.

La Gabi, el Lucas y yo habíamos quedado en que lo veríamos juntos. Y el Diego de colado se sumó también. Todo sería inesperado.

Lamentablemente lo haríamos en la casa del Lucas. Los papás me tenían mala, y no conocían al Diego ni a la Gabi, así que no andarían de humor.

Llegamos a la casa del Lucas y por suerte los papás de él no estaban.

Vamo' bien.

Comimos algo piola para esperar.

¡Había llegado la hora conchetumare!.

Estábamos más nerviosos que monja con atraso y hueás.

Decidimos ver primero el puntaje del Lucas, así que por el computador de él nos metimos y lo vimos.

—¡Te felicito!.— abracé al Lucas inesperadamente.

Y para que diré el caracho que tenía el Diego.

—¡Ay, qué orgullo!.— dijo la Gabi, abrazó al Lucas y así se quedaron.

Se veía que el Lucas estaba sorprendido. Igual sacar 650 puntos en la PSU con las notas que tenía el Lucas tampoco es para menos po.

Él estaba súper feliz. Pero ahora me tocaba a mí, AAAAAH.

Buscamos y BOOM.

—¡Amor!.— el Diego me agarró y me dio un beso.

—¡Mejor amiga!.— me abrazó la Gabi y después el Lucas.

740 conchetumare. Llorando estoy.

Me lagrimearon un poco los ojos, estaba súper feliz, no es el mejor pero me alcanzaba para lo que quería, y eso era lo que me importaba.

Y mi felicidad terminó cuando los papás del Lucas llegaron, nos miraron de pies a cabeza y se fueron a la cocina sin saludar.

Sin importar más nada, le tocaba a la Gabi, y para ser sincera, todos estábamos con los nervios de punta.

—No quiero.— la Gabi me susurró, la miré y se veía muy preocupada.

Le pasé el compu al Lucas para que él nos dijera, él accedió y abracé a la Gabi.

—Tranquila, lo vas a lograr.— me abrazó de vuelta piolamente para que los cabros no cacharan el estado de la Gabi.

—Ya po hueón.— miré al Lucas y se me rompió el corazón.

No lo había logrado.

—350.— la Gabi rápidamente subió la mirada y vi como se le cristalizaron los ojitos.

Empezó a arreglar sus cosas rápidamente mientras se ponía a llorar pero la paré, tenía que hacer algo.

—Gabi, cálmate.— le dije calmadamente,  pero único que pensaba era en cómo se sentía la Gabi en ese momento y como se sentiría cuando la mamá de ella se enterara.

—Déjame porfa.

—Pero amiga...

—¡Déjame!.— terminó de ordenar y estaba por irse.

—¿Y a ésta niñita que le pasó? Lucas no quiero shows en mi casa.— dijo la mamá del Lucas.

—Mamá, no empecí.

—Es que yo no quiero lloriqueos aquí.— la Gabi salió.

¡Vieja Zorra!.

—¡Ah señora callese un rato por favor, parece cotorra tanto que mueve el hocico! Déjela sola que tenga por seguro que no volveremos a este hogar, aunque tampoco creo que se le pueda llamar así.— y salí detrás de mí mejor amiga.

Hogar, le pone.

—¡Y está pendeja que se cree de venir a insultarme a mi casa!.

—¡¿Usted no tiene un botón pa ponerle mute?!.— le dijo el Diego y salió de la casa.

—No sé cómo todavía te aguantamos mi papá y yo.— le dijo desafiante a su mamá, escuché unas llave y una puerta cerrarse.

Sabía de qué el Diego y el Lucas iban detrás de nosotras pero también sabía que mientras más personas sería peor para la Gabi.

—¡Gabriela!. No vayas para tu casa, quédate en la mía. Tranquilizate, estamos todos contigo.

Ella se detuvo pero siguió llorando, la abracé y luego de un rato la solté para hablar con el Diego.

El Lucas la fue a abrazar y se quedaron así hasta que le tuve que decir a él que la soltara por favor, chupete e' fierro el hueón.

Ésta vez me tocaba a mí apoyarla en lo que necesitara.

Hueón, Me EncantaiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora