IV

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Recién habíamos entrado a la sala con la Gabi y el Lucas me miró, quería puro estar con él pero puta, su actitud culiá me cargó.

—Mira, ¡mira hueóna! —susurró la Gabi.

—No quiero hablar con él.

—Vas a tener que hacerlo.

—Hola amor —dijo el Lucas abrazándome.

—Hola —me solté.

—¿Qué pasó?.

—Aún estoy enojada.

—¿Pero por qué?.

Más encima pregunta el muy ahueonáo.

—Por tu actitud de ayer.

—Ya po ¿Cómo hago para qué te desenojes?.

—No sé.

Me agarró de la cintura y me dio un beso en la mejilla, después más bajando por mi cuello.

No hay como resistirse.

—Lucas estamos en la sala— dije separándome con una leve sonrisa.

—¿Me perdonas? —asentí.

Me empezó a dar besos pero era incómodo con todo el curso.

—Ya, ya ya. No te subas por el chorro.

—Te amo.

—Yo igual —le di un último beso.

Me fui a sentar con la Gabi y ella estaba conversando con el Diego, me senté al lado de ella.

—¿Y qué onda?.

—Microonda. Estamos bien.

—Es de perdonar fácil— dijo el Diego y me limité a rodar los ojos.

...

—Quedate un ratito conmigo po— me dijo el Lucas.

—No puedo— hice puchero.

—Es un rato chico.

—Ayer peleé con mi papá por llegar tarde. Acompañame a buscar mis cosas a la casa de la Gabi si quieres.

—¡Dani! Toma la llave... Entra y cuando te vayas la dejas en la plantita que está al lado de la puerta.

—Ya. ¿Dónde vas?.

—Vamos al mirador con el Andrés a volar bien alto.

—Cuidate nomás, chao.

Me pasó las llaves, se fue a pololear y el Lucas y yo nos fuimos a la casa de ella.

La Gabriela culiá siempre "se va a volar alto" con el Andrés, su pelación universitaria. La suerte de ser bonita.

Llegamos a la casa, entramos, el Lucas se sentó y fui a la pieza de mi amiga a buscar los cuadernos que dejé. Que lata hubiera sido irme con todo el peso.

—Ya, vamos.

—Quedemonos un ratito aquí— me agarró de la cintura para luego besarme.

—Estamos en la casa de la Gabi po. Aparte no puedo llegar tarde —le dije pero me seguía sin pescarme—. Ya po Lucas... ¡Lucas!.

—¡Pero Daniela por la chucha!.

—¡Te estoy diciendo que no porque no puedo llegar tarde!.

—Que importa.

—Claro, a ti no te importa pero a mi sí. Vámonos por favor— le apunté la puerta.

Caminé hacia allí, abrí, esperé a que el Lucas saliera para después cerrar y dejar las llaves en la planta como había dicho mi amiga.

Hueón, Me EncantaiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora