Niccolo caminaba por los pasillos del mercado con rumbo directo al gran domo. En el camino la gente le rogaba que se tomara un momento para apreciar talentos sin ningún valor y el simplemente respondía con " no me estorbes, basura" o "fuera de mi camino, porquería" El joven caminaba ansioso entre las multitudes apartando a uno que otro sin ser brusco pero también con seguridad. Quería conocer a la gente que vendía esas impresionantes habilidades y quería apoderarse de ellas. —No voy a esperar ni un segundo más, padre. —Se dijo así mismo, él sabía que era su momento, no tenía por qué seguir esperando a demostrar nada, no tenía por qué esperar a que su padre valorara si estaba listo o no para el poder. Él sabía que cada segundo que desperdiciara no siendo lo mejor que podía ser con o sin ayuda de un erebo, era un segundo perdido.
Niccolo se encontró enfrente del enorme domo, lo admiro con atención. —"Esta es la fuente del poder en el mundo, no existe un lugar donde se comercie con mejores talentos que en el domo" al menos no en Zefest, camino por los pequeños escalones que daban al ingreso de la colosal edificación.
Dentro del domo, había un enorme recibidor con piso reflejante, a los costados había dos grandes puertas de marfil de cada lado, que por su propio peso debían estar sobre rieles. Sobre cada una de ellas había letreros que leían "Talentos físicos", "Talentos compuestos", "Conocimientos" y "Conocimientos enteros" en cada una de las puertas estaba postrada una joven, todas muy atractivas de hermoso cabello largo. Niccolo confundido las miro a todas, no entendía como en semejante edificación ellas y el, fueran las únicas personas ahí, sin embargo Niccolo no dudo demasiado; sabía lo que quería, y camino hacia la puerta que leía "Conocimientos enteros"
—Buenas tardes, serian treinta duques para entrar, señor. —dijo la joven con una voz autómata y monótona.
— ¿Qué? ¿Porque? —Pregunto ofendido Niccolo.
—Vera, señor, este es un lugar reservado solo para la elite, no podemos dejar que entre gente "solo a ver" y moleste al resto de nuestros clientes. —Respondió la joven con la misma voz.
—Ah, no sabía cómo funcionaba, disculpa. Sin embargo, no será necesario. — Niccolo mostro el anillo con el emblema de su familia, lo que hizo que la joven reaccionara inmediatamente.
—Joven Ebenezer, disculpe que lo haya molestado, no será necesario que pague nada.
—En Realidad si pagare, solo que este pago te lo hare a ti personalmente si te aseguras que nadie se entere que estuve aquí ¿te parece? —dijo Niccolo con un guiño mientras le entregaba cincuenta duques a la joven en cinco billetes de diez la máxima denominación en billetes en el país.
—Claro que sí señor Kaffar. Le conseguiré un lugar con sus especificaciones. —Contesto la hermosa joven con un tono que rompía con su anterior voz autómata.
La joven acciono una palanca que se encontraba detrás de ella a un lado de la puerta, está activo un mecanismo que hizo que las puertas se abrieran.
—Pase por favor, señor Kaffar. —Niccolo la siguió y al cruzar la puerta vio todo lo que había esperado que abría dentro. Se trataba de un enorme auditorio con techos altísimos y docenas de personas vestidas con máxima etiqueta, todas sentadas en butacas de piel, mirando en silencio y con atención los talentos que se ofertaban en el estrado. La joven guio a Niccolo a unas escaleras que conducían a un segundo piso donde estaban los palcos, los lugares más privados y privilegiados del domo.
— ¿Desea que le traiga algo de tomar señor? —Pregunto la joven tras abrir la puerta del palco privado a Niccolo.
—Whisky, un Grand Freynald 35 años estará bien, gracias. —Dijo Niccolo mientras tomaba asiento.
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Erebo
FantasyA mediados de la revolución industrial de Zefest, Un lugar gobernado por una oligarquía elitista. Un mercado entero se ha construido alrededor de un artefacto capaz de albergar los talentos, experiencias, y recuerdos de las personas. Estos artefacto...