Capitulo 16 : Primer impacto.

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Un asfixiante silencio nos recorrió.

-¿A quiénes? –Preguntó el Alcaide levantando una ceja.

-¿Han sido secuestrados? –Preguntó Regial abriendo los ojos de par en par.

-¿Se lo dijo Nealer? –Preguntó Canis con su seria mirada de soldado.

-Aún no estoy seguro, Nealer dijo algo sobre dar el primer golpe, mencionó a mis hijos un par de veces por sus nombres y dijo también que me esperaba una sorpresa de vuelta en Kentara. Necesitamos regresar de inmediato pero antes tengo que hacer una llamada a mi casa, tengo que saber que todo está en orden. ¿Tienen ustedes teléfonos aquí? –Pregunté al alcalde tan pronto terminé de explicar a Canis y Regial un poco de lo que me tenía tan nervioso.

-Hay uno en mi oficina.

-Bajemos de aquí y lléveme inmediatamente a su oficina, me urge hacer esa llamada.

El alcalde miró desde el elevador al agente que manejaba las palancas del elevador y gritó -¡BÁJANOS! – el elevador comenzó a moverse de manera horizontal y luego descendió en vertical hasta llevarnos a la planta baja.

-¿Dónde está su oficina?-pregunté desesperado. Todo indicaba que tenían a mis dos hijos y no podría vivir si algo les llegara a pasar.

-Síganme. -El alcalde al notar mi desesperación, apresuró el paso y pronto todos avanzábamos a grandes zancadas. Los pasillos de la prisión de Triev me parecían angostos y mi respiración se notaba entrecortada. Giramos un par de veces hasta que el alcalde nos condujo a un área bastante amplia donde todas las puertas eran de madera. Pudimos notar que ahí únicamente circulaban oficinistas y no guardias,

El alcalde volvió a sacar su gigantesco llavero, tomó una de las llaves más pequeñas y abrió la puerta de una gran oficina. –El teléfono se encuentra sobre mi escritorio, gobernador.-concluyó.

La oficina tenía incluso una pequeña sala, se podía ver cómo un marco de piedra había dividido el área en dos oficinas alguna vez.

Me aproximé al teléfono, tomé el auricular y pulsé la marcación que me comunicaría a mi casa. -¡Recibí tono! –grité a los demás, que detrás de mí, aguardaban nerviosos por una buena noticia.

-Buenas tardes, residencia Ebenezer. -La voz de Dante me recibió del otro lado de la línea.

-Hola, Dante, soy yo, Griliam. Escucha, no tengo mucho tiempo, necesito que me comuniques con Niccolo o Eli inmediatamente. -dije apresurando la voz.

-Esta todo en orden, señor Ebenezer? –Preguntó Dante con agobio.

-¡Dante, no tengo tiempo que perder, comunícame con alguno de los dos!

-En seguida, Señor. –Contestó Dante rápidamente. Lo escuché colocar el teléfono sobre alguna superficie mientras iba en busca de mis hijos. La espera me estaba matando.

Volteé a ver a Canis y a Regial y descubrí en sus ojos, que nuestro viaje los había vuelto empáticos con mi situación. El silencio fue interrumpido por el alcalde, que comenzó a hacer ruidos repugnantes con la garganta, acumulando saliva y flemas para luego buscar desesperadamente el bote de basura de su oficina. Los agentes y yo nos volteamos a ver de nuevo y ésta vez, acordamos los tres la imprudencia del alcalde. Me agaché y sin despegarme un segundo del auricular, tomé el bote de basura que se encontraba bajo el escritorio, se lo acerqué al alcalde y éste, sin siquiera recibirlo, escupió su gran flema dentro.

Me quedé estupefacto con la falta de tacto del alcalde, sin embargo había cosas más importantes en las que concentrarnos. Volví a colocar el bote de basura en el piso.

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