-Alguien debió tirar de los frenos de emergencia. -Me contestó Regial, quien no había caído al piso de la misma forma que yo, probablemente su entrenamiento y las habilidades de su Erebo le habían sido de utilidad para no perder el equilibrio.
-Habrá sido algún niño o un loco. No creerás que haya sido a propósito ¿o si?
-Lo desconozco, Señor Griliam, pero debería ir a investigar. No se separe de mí. -Me dijo Regial mientras me tendía la mano para ayudarme a levantar. En el vagón muchas otras personas comenzaban a hacerse la misma pregunta yo.
-Quédese cerca, Señor. Esto podría ser cualquier cosa, incluso una situación peligrosa y nunca se es demasiado precavido.
-Como tú digas. -Le contesté, la verdad es que en ningún momento sentí que mi vida corriera peligro, pero ya le había dado demasiados dolores de cabeza al hombre con mis excentricidades, así que en el momento en que él se puso frente a mí lo seguí de cerca como había solicitado.
Salimos del vagón número 2 hacia el balcón que conectaba ambos vagones. Esta vez la noche había traído su obscuro manto y había cubierto el cielo con él, a mi izquierda y derecha no había mucha luz así que apenas alcanzaba a ver el boscoso paisaje que nos rodeaba.
-¡Ahí va! –Escuché que alguien grité desde el costado derecho del vagón número 3 y desde un camarote aparentemente contiguo al mío. Regia y yo miramos en dirección a donde señalaba el hombre.
-Lo veo. -Me dijo Regial en una voz calmada y analítica.
-¿Qué es lo que estamos viendo Regial?
-Ahí, señor Ebenezer, está corriendo en dirección al bosque. -Me dijo Regial apuntando a lo que mis ojos solo alcanzaron a distinguir como un objeto negro que parecía ser alguien con una capucha corriendo en dirección al bosque y en seguida ser engullido por la obscuridad.
-¿Alguien bajó de el tren?
-Eso parece ser, señor Ebenezer. Probablemente se trata de la persona que activó los frenos de emergencia... Esto solo puede indicar que algo terrible sucedió. -Me dijo Regial con una mirada sombría.
-¿De qué hablas? Probablemente se trate de un loco más de la capital con algún motivo incoherente. –Contesté escéptico.
-Necesito ver a mis agentes, Aquil Dorthe estaba en servicio. -Dijo el agente mientras preocupado apartaba la vista del lugar por el que había desaparecido la extraña figura y me miraba. –Sígame, Gobernador. -Al ver la cara sombría de Regial me di cuenta que él verdaderamente sospechaba que algo malo había sucedido, así que asentí y lo seguí.
Pasamos al vagón número tres y de inmediato vimos a una gran multitud reunida en el pasillo justo enfrente del camarote número 4. Cuando vi esto, no pude evitar pensar que tal vez sí había ocurrido algo terrible. Nos aproximamos con cautela a la multitud y pude notar algunas de las armas que portaba Regial, pues desde atrás veía cómo mientras avanzaba, colocaba su mano sobre la pequeña arma de fuego que llevaba a un costado del cinturón de cuero. En ese momento recordé uno de los rumores populares sobre Aquilia. Decían que eran impredecibles, que usaban sus “alas”, como las llamaba Regial, para hacer ataques sorpresivos, pues escondían armas debajo de ellas. Supongo que en ésta ocasión, Regial no se había molestado siquiera en que no se notara lo que estaba por hacer.
-Abran paso, Agente Aquil Veratis.-ordenó Regial tras hacerme un ademán con la mano libre indicándome quedarme unos pasos atrás. Apartó a dos personas y al abrirse la multitud, pude ver que algo yacía en el suelo. Regial se agachó.
-Agentes de Aquilia y Canis, les ordeno que regresen a sus camarotes, el tren comenzará a moverse en breve. –Escuché que alguien dijo desde el otro lado de la multitud, debía tratarse de los otros Agentes que me escoltaban. La gente comenzó a regresar a los vagones posteriores y conforme se retiraban la escena comenzaba a tomar forma. Regial hincado sobre una rodilla, una persona tendida a sus pies y una enorme mancha roja escurriendo sobre la puerta del camarote número 3 que se encontraba en frente al mío. El agobio comenzó a inundarme por dentro ¿acaso acababa de haber un asesinato?
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Erebo
FantasyA mediados de la revolución industrial de Zefest, Un lugar gobernado por una oligarquía elitista. Un mercado entero se ha construido alrededor de un artefacto capaz de albergar los talentos, experiencias, y recuerdos de las personas. Estos artefacto...