Niccolo se despertó exactamente a las seis de la mañana, veinte minutos antes de que Dante llegara a tocar a su puerta para despertarlo como era costumbre. Comenzó a arreglarse. Tomo una camisa gris y coloco unas mancuernillas rectangulares de tres franjas color verde gris y negro, se colocó unos pantalones de vestir negros y unos tirantes negros, tomo su reloj de bolsillo y por último se colocó en el pulgar un gran anillo que relucía el escudo de armas de la familia Ebenezer el cual tenía un Caballo de aspecto sombrío y dos picas. El clima en Kentara; nombre de la ciudad en la que la familia residía y gobernaba junto con el resto de la élite de la ciudad, era normalmente cálido. Probablemente tendría que guardar sus mancuernillas y arremangar su camisa en la tarde.
Al terminar de arreglarse, exacto como un reloj, se escuchó que alguien tocaba a la puerta.
-Joven Ebenezer, es hora de levantarse -dijo Dante a través de la puerta.
-Ya estoy despierto, Dante. -contesto Niccolo al mismo tiempo que abría la puerta de su habitación para toparse de frente con Dante; a quien ya no le sorprendía la exactitud de la rutina de Niccolo.
-Puntual como de costumbre, señor. -dijo Dante con una sonrisa.
-Sabes que yo siempre. -contesto entre risas
-El desayuno está listo.
-Gracias, Dante. -Niccolo siguió a Dante hasta el desayunador donde las lámparas de queroseno seguían prendidas dado que el sol apenas comenzaba a salir. Aunque la electricidad se había vuelto regla, La familia Ebenezer prefería este tipo de luz para iluminar la mansión por las noches. En el desayunador había un ventanal enorme que daba hacia los gigantescos jardines.
- ¿Pan, Joven Niccolo? -pregunto una asistente
-Si, por favor. Ya sabes cómo me gusta, caliéntalo en un sartén, por favor. -dijo Niccolo sin voltearla a ver.
-Dante, ¿dónde está mi padre? normalmente come con nosotros.
-Su padre se acaba de ir. Tuvo que salir temprano a las oficinas para revisar un asunto.
- ¿Y mi hermana?
-Aquí estoy. No lograba despertar, ya sabes como soy. -Dijo la chica de quince años, cabello corto, obscuro y ondulado, la joven tenía una mirada inocente y los mismos ojos intensamente verdes de hermano. Portaba una blusa de manga larga color verde olivo y una falda negra que caía en diagonal hasta las rodillas.
-Señorita Elizelia ¿Qué le gustaría desayunar el día de hoy?
-Dos huevos fritos, gracias, Dante. -Contesto ella dulcemente.
-En seguida, señorita Elizelia.
-Eli ¿y ya sabes qué carrera vas a estudiar? ya sabes que a mi padre le gusta que perdamos nuestro tiempo en la universidad, en vez de conseguir talentos para nuestros erebos. -dijo Niccolo sarcásticamente.
-No sé, a mí me parece divertido el hecho de ir a la universidad; prefiero eso, a estar aquí en la casa sin nada que hacer. Pero todavía no sé qué estudiar, quisiera estudiar Erebología como ustedes, pero entonces todos tendríamos los mismos estudios en la familia, y eso no me parece divertido. -dijo ella con dulzura.
-Si hay una carrera que valga la pena estudiar, es Erebología. Es decir las materias se pueden volver algo tediosas, pero también hay muchas materias prácticas. En fin, es tu decisión. Aunque si no vas a estudiar Erebología podrías estudiar una ingeniería, para que me diseñes el automóvil más veloz que haya existido. -Dijo Niccolo sonriente
-Claro, pienso estudiar un promedio de cuatro años para que tú puedas tener un automóvil veloz. Ese es el sentido que lo doy a mis estudios. -Contesto ella sarcásticamente y entre risas.
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Erebo
FantasíaA mediados de la revolución industrial de Zefest, Un lugar gobernado por una oligarquía elitista. Un mercado entero se ha construido alrededor de un artefacto capaz de albergar los talentos, experiencias, y recuerdos de las personas. Estos artefacto...