Capitulo 14 : 16 torres

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El chofer volteó a la derecha para verme y luego a los agentes que venían en el asiento de atrás. A juzgar por su semblante, probablemente su cabeza comenzó a maquinar una historia sobre las razones por las que iríamos a la prisión de Triev dos agentes y un civil.

-En seguida, caballeros. -Dijo con respeto mientras volvía a encender el automóvil. El chofer piso el acelerador.

Era ésta la recta final para hablar con el dichoso Edmund Nealer. Por fin, a escasos minutos de lo que hasta entonces no me causaba la menor emoción hacer debido a todos los problemas que me había provocado hasta entonces, sin embargo ésta conversación revelaría tantas cosas… La demencia que causan los Erebos, a qué se debe, cómo hizo todas las fechorías de las que se le acusaba, cuál era su conexión con Corvuz, quiénes eran ellos y qué es lo que quieren exactamente.

El camino a la Prisión Estatal de Triev no era exactamente corto, conforme los edificios grises pasaban a gran velocidad a mi lado, mi nerviosismo crecía, sabía que lo que estaba haciendo era sumamente peligroso, algo me decía que todo lo que había pasado hasta ahorita, era mucho más grande de lo que yo creía y que éstas personas, “Corvuz”, eran algo de lo que debería preocuparme. Después de todo ¿qué hubiera pasado si hubiese sido yo quien abriera la puerta del camarote de vuelta al tren? Probablemente no hubiera tenido la destreza para reaccionar tan rápidamente como lo hizo Dorthe al desplomarse, y enviar así la bala por centímetros encima de su corazón. Conmigo hubiera impactado justo en el blanco y habría muerto ahí mismo, la noticia se abría propagado cual incendio forestal y habría habido tantas cosas que no hubiera alcanzado a hacer, como pasar más tiempo con mis hijos. Se lo había prometido a Elizelia, dirigirlos en el camino correcto. Creo que al menos con Niccolo me había dado por vencido desde el inicio, mi depresión por haber perdido a mi esposa siempre fue más grande que mi determinación por corregir a mi hijo al notar que crecería para ser una versión mía de no haber conocido a mi amada. Después, cuando nació Eli, la luz volvió a mi vida; fue entonces cuando creí que podía empezar a acercarme a Niccolo con esa nueva perspectiva, pero era inevitable que su vida me recordara a la muerte de Elizelia y su actitud a todo aquello a lo que ella me había ayudado a convertir en positivo antes de morir. De cierta manera él era más mi hijo que de Eli. Era como yo antes de conocerla, y Eli con su gentil corazón, era tal cual su madre, inclusive con los distintivos ojos verdes de la familia Ebenezer. Había veces que al mirarla, imaginaba que esa era la fuente de la extraña malicia que había visto en mí y ahora estaba tan presente en mi hijo. ¿Podría ser que algún día se manifestara en mi pequeña Eli?

Con mis dedos me apreté el tabique con fuerza, el solo haber pensado en todas estas cosas había hecho que me empezara a doler fuertemente la cabeza.

-Llegaremos en 5 minutos más, señor. -El chofer aparentemente creía que me había exasperado de no haber llegado a la prisión de Triev aún.

-Está bien. –Contesté secamente. El dolor de cabeza me taladraba. No podía evitar contestarle así al pobre hombre.

Las calles de Triev comenzaron a tornarse angostas y mal construidas, el chofer apenas podía esquivar los gigantescos hoyos en el piso y la urbanización comenzaba a desaparecer entre más nos acercábamos a la prisión, siendo ésta remplazada por enormes campos quemados por el helado clima. El brusco movimiento del automóvil comenzó a ser molesto entré más nos acercábamos a nuestro destino. La prisión se postraba sobre una pequeña colina, por lo que íbamos cuesta arriba.

 La gran prisión Estatal de Triev a lo lejos parecía más un castillo antiguo que una cárcel, se trataba de una estructura hecha de piedra con dieciséis torres vigías rodeándola. Las torres era lo que más sobresalía de la edificación, pues cada una de ellas era mucho más alta que el castillo central. Era claro que en Triev se tomaban muy en serio la seguridad.

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