El seguro de la puerta fue retirado. El alcalde giró la perilla y antes de empujar la puerta gritó: -¡Edmund, pedazo de mierda, vamos a entrar! Más te vale comportarte, de lo contrario, sabes cuánto disfruto golpearte. Si entro y no estás contra la pared, te romperé un brazo.-El alcalde volteó a verme a mí y al resto de los agentes con una sonrisa en busca de complicidad y aprobación. Sin embargo se topó con mi rostro mostrando todo lo contrario.
-¿Qué? Mató a ocho agentes antes de ser aprehendido, creo que se lo merece.
-Sólo abra la puerta alcalde. -El alcalde empujó la puerta de la celda de Nealer revelando un cuarto de paredes acolchonadas y ninguna cama. Lo único que había en la habitación era un retrete y un sujeto de espaldas contra la pared. Su cabello negro y grasoso era ahora más largo de lo que mostraba la fotografía que me habían mandado por parte del Departamento de Logística.
Me impacientó el hecho de ver a Edmund de espaldas después de un viaje tan largo, en lugar de que estuviese listo para responder a todas mis preguntas, aunque pensándolo bien, era lógico que no fuera a ser tan fácil.
-Inútil, hay alguien aquí para verte. Ésta persona hablará contigo un momento, nosotros esperaremos en el ascensor así que no intentes nada. -dijo el alcalde rápidamente mientras sostenía con una mano la puerta abierta de par en par para dejarme entrar.
-No entre solo, señor Ebenezer. -me dijo Canis mirándome a los ojos.
-Será rápido, Canis. -dije caminando al frente y cruzando por la puerta.
-Toque la puerta si necesita algo. -finalizo el alcalde cerrando la puerta de golpe detrás de mí.
Había llegado el momento de las respuestas. Me encontraba ahí, sin nadie más que yo y un renombrado maniaco que guardaba muchos secretos, los cuales debía conseguir. Esperé un momento antes de comenzar, debía organizar mis ideas y escoger mis palabras con inteligencia.
-Señor Nealer, mi nombre es Griliam Ebenezer, vine a hablar con usted desde Kentara, hay muchas cosas que quiero saber. -Inicié, me pareció que la mejor forma de aproximarme era con respeto. Edmund volteó a verme a la cara, y por fin vi el rostro de la fotografía en carne propia, sus ojos sin luz y su enorme nariz. El hombre se encontraba atrapado en una camisa de fuerza que mantenía sus brazos cruzados. Al verme, en su rostro se dibujó una sonrisa discreta.
-Verá, señor Nealer, he escuchado de su extraña historia, los artistas asesinados, el extraño globo en el que trabajaba y me interesa saber sobre todas estas cosas. -Pensaba dejar el asunto de Corvuz, el asesino y el robo de la esencia completa por medio de Erebos, para el final. No quería que nuestra conversación comenzara con el pie izquierdo o que todo el viaje hubiese sido en vano.
-Por supuesto, señor Ebenezer. De hecho, lo estaba esperando. -dijo lentamente, Edmund como si tuviera que hacer un gran esfuerzo por recordar cada palabra.
Su voz era ronca y me llegó a parecer hasta un poco tenebrosa.
-¿A qué se refiere? –Pregunté extrañado.
-Me refiero a que siempre supe que vendría aquí a visitarme. Me dijeron que cabía la posibilidad al menos, y yo estaba emocionado de conocer a una figura tan importante como usted. -La voz de Nealer sonaba aún más ronca, como si estuviera enfermo. Él se mostraba muy confiado para ser alguien con camisa de fuerza. -Le contestaré todas las preguntas que tenga, Gobernador. El haberme metido en todo éste lío, ha sido lo mejor que he hecho en mi vida y no me arrepiento ni por un segundo si significó brillar tanto como lo hice, aunque fuera solo por un momento. “Es mejor brillar un momento que vivir una vida en la obscuridad” ¿Está de acuerdo? -La sonrisa de Nealer al decir esas extrañas ideas, me incomodó un poco, aunque Nealer hacia parecer que sólo estuviera raspando la superficie de varios niveles de filosofías torcidas.
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Erebo
FantasyA mediados de la revolución industrial de Zefest, Un lugar gobernado por una oligarquía elitista. Un mercado entero se ha construido alrededor de un artefacto capaz de albergar los talentos, experiencias, y recuerdos de las personas. Estos artefacto...