— ¡Muchas gracias! ¡Hasta luego! —Dijo James al momento que se bajaba de auto que lo había llevado hasta el centro de la ciudad de Kentara.
James se encontraba de vuelta en la plaza de los fundadores a tan solo un unas cuadras de la posada en la que había visto por última vez a Eli y Dante, de haber salido airoso también encontraría a Niccolo ahí.
"Más te vale estar sano y salvo, pedazo de mierda" —Pensaba James.
James camino a toda velocidad por las calles del centro hasta llegar de vuelta a la vieja posada, la cual después de haber estado en la casa abandonada parecía un hotel de lujo.
El Joven Blackaller reposo su mano sobre el picaporte y giro para abrir la puerta.
Dentro de la posada se respiraba un de aire cotidianidad, el ventilador que colgaba del techo giraba a una ridícula velocidad en la que claramente no refrescaba a nadie, debajo del mismo se encontraba la misma sala de siempre con un hombre de edad muy avanzada dormido con la boca abierta.
— ¿Blackaller, cierto? —Dijo a regañadientes una voz a la derecha de James. James se volteó para ver al hombre del mostrador que estaba completamente hinchado de la cara.
— ¿Si? —Respondió dudoso, James.
—Me dijeron que te entregara esto. —Dijo el hombre que claramente estaba molesto, el hombre se agacho debajo del mostrador para sacar algo, esculco unos segundos y se levantó para extenderle un sobre a James.
James observo al hombre con un aire de desconfianza.
— ¡Tómalo!
James se acercó y arrebato el sobre al hombre. — ¿Viste el contenido?
—Claro que no, lo único que quiero es que tú y tus amigos se larguen de aquí, me dijeron que si te daba el sobre ya no regresarían, así que tómalo y lárgate.
Sin responder más allá de gesticular una mueca, James se dio media vuelta para abrir el sobre con desesperación y retirar su contenido.
James desenvolvió una hoja de papel con un corto mensaje.
"Tenemos deudas que pagar, ¿Recuerdas? espero que logres llegar antes de entregar el dinero."
— ¡¿Estuvieron aquí?! —Pregunto James quien tras leer el corto mensaje sintió una ráfaga de esperanza. — ¡¿Quién te entrego esto?! —Pregunto James sacudiendo la nota en el aire.
— ¿¡Como que quien?! Tu amigo el maníaco, su amiga y el señor de etiqueta. —Dijo el hombre con dificultad.
— ¿Todos estaban bien?
— ¿Que? ¿De verdad me estas preguntando eso, imbécil? ¡Lárgate de aquí!
James no espero un segundo más. La nota y lo poco que el hombre del mostrador le había compartido habían sido suficiente para brindarle al joven las más altas expectativas, su amigo había regresado a la posada, Eli y Dante se encontraban con él y al parecer habían salido caminando de ahí con dirección al callejón donde habían robado los relojes.
—Por favor Dígame ¿Hace cuánto tiempo salieron de aquí?
—Maldita sea, Niño, solo lárgate, se fueron hace cerca de quince minutos. —Dijo el hombre exasperado.
Sin responder absolutamente nada, James salió de la posada tan rápido como sus piernas le permitieron.
James se hecho a la carrera de vuelta al callejón. Existía la posibilidad de alcanzar a Eli, Niccolo y Dante si se apresuraba. James corría tan rápido como sus aun frágiles piernas le permitían pasando a toda velocidad por las pintorescas calles del centro de la ciudad. Parecía ser la milésima vez que James tenía que salir corriendo en dirección a los Ebenezer.
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Erebo
FantasíaA mediados de la revolución industrial de Zefest, Un lugar gobernado por una oligarquía elitista. Un mercado entero se ha construido alrededor de un artefacto capaz de albergar los talentos, experiencias, y recuerdos de las personas. Estos artefacto...