CAPITULO 29

95 21 29
                                    

El joven no se detuvo y continuó empujando.

—Kálay, soy papá.

Kron se acercó más y con todo el cuidado del que fue capaz le cogió la cara con ambas manos y se la levantó. El joven ni se inmutó simplemente se dejó hacer. Los ojos de ambos Skinwood se juntaron. Era él, más tristes, más envejecidos, pero del mismo intenso azul. Kron se apresuró disparar contra las cadenas que lo sujetaban y abrazándolo con fuerza lo sacó de la rueda del molino. Kálay no hizo el menor movimiento, ni un triste gesto, nada. Estaba completamente ido. Deylan se lo quedó mirando y con cautela se acercó y le dio un fuerte abrazo.

—¿Qué te han hecho amigo? —le susurró.

Kálay seguía sin reaccionar. Tenía la cabeza baja, la mirada perdida y una posición de total sumisión. Su aspecto dejaba mucho que desear, sucio, escuálido, tapado con apenas un girón de tela, pero lo peor de todo era la total ausencia de humanidad. Los demás miembros del grupo se miraron entre ellos. Tanto arriesgar para esto, encontrarse con un Kálay en estado vegetal. La situación no podía ser peor, habían barajado la posibilidad de que no estuviera vivo, pero encontrarlo en aquella situación era algo que nadie había imaginado.

—Debemos marcharnos, aquí estamos en peligro —advirtió el profesor cogiendo a su hijo.

—¿Y qué hacemos con todos estos hombres? No podemos dejarlos aquí.

—Deylan, ¿acaso no ves cómo están? Poco o nada podemos hacer por ellos.

—El profesor tiene razón —corroboró Mac—, no podemos hacer nada por ellos.

—Nos llevamos a Winter —ordenó Deylan liberándolo de sus cadenas.

Winter no parecía estar tan afectado como Kálay, pero seguía con la cabeza baja y sin decir palabra.

—¿Y los del Arca? ¿Vamos a dejarlos también?

—Red sabe que no nos los vamos a llevar. Además, son hombres condenados en todo el sistema, tan pronto llegasen a la civilización serían arrestados y llevados a otra prisión. Aquí al menos tienen una relativa libertad, y ahora que los necrófagos han casi desaparecido podrán acceder a los alimentos y rehacerse —explicó el profesor sin soltar a Kálay.

—Como quieras. —sentenció Deylan, lo último que quería era complicarse el regreso con más gente—. Dragane, avisa a Constance para que acerque la nave. Nos vamos.

El grupo se dirigió hacia el muelle, Constance apenas tardaría unos minutos en acoplar la nave a la escotilla de carga. Kron ayudaba a su hijo que a duras penas les podía seguir el paso, tras ellos, Winter, caminaba por sus propios medios, sin apoyo, con la cabeza baja ajeno a todo lo que a su alrededor estaba pasando. Frente a ellos estaba la puerta del muelle que se abriría automáticamente al acoplarse la nave a la prisión. Ninguno de los reparadores se dio cuenta de que un grupo de necrófagos los esperaba al acecho tras una gruesa pared que los mantenía escondidos de sus detectores. Broud fue el primero en salir ante el asombro y sobresalto de los reparadores. Antes de que les diera tiempo a activar sus armas, los necrófagos se les tiraron encima. Paris, al ir en cabeza recibió el primer estoque, la lanza de Broud se clavó en su costado. El necrófago empujó con su único brazo atravesando el cuerpo de Paris que entre convulsiones cayó al suelo. Tres necrófagos se lanzaron como fieras al ataque, Breis notó el corte en su brazo y emitió un quejido antes de disparar su blaster y fundir el corazón del salvaje. Kron protegió a su hijo y Deylan situó a Winter a su espalda antes de empezar a disparar. La puerta del hangar empezó a abrirse en horizontal, una lama de la puerta hacia arriba y la otra hacia abajo. Constance se había acoplado. No había tiempo que perder. Broud vio la oportunidad, la libertad, por fin una salida. Sin dudarlo retrocedió y se dirigió hacia el hangar. Los demás necrófagos continuaron con el ataque. Uno a uno fueron cayendo bajo las armas de los reparadores. Paris había muerto, su compañero Drake fue el que, visiblemente afectado, accionó el órbex para hacerlo desaparecer. Llevaban varios años trabajando juntos, siempre habían sabido que algún día alguno de los dos debería activar el órbex del otro para la extinción. El momento había llegado y Drake lo hizo conteniendo el dolor que amenazaba con estallar en su pecho.

TIME OUT. Legacy (III)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora