CAPITULO 41

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—Señor, hemos interceptado una transmisión que debería escuchar.

El Alto Gobernador Rah se quedó inmóvil, con los brazos cruzados en su espalda, mirando a través de la pared transparente de su residencia en la cúspide de la torre Vega.

—¿Señor?

Horemheb, mano derecha del barón, había sido nombrado secretario personal desde el mismo día en el que se convirtió en Alto Gobernador y era conocido por sus artimañas y malas artes. Nada ocurría en el interior del gobierno sin que él se enterase. Desde muy joven se había implantado un terminal binario en su cerebro que lo convertía en una computadora viviente. Medio humano, medio ciborg, se dedicaba en cuerpo y alma a servir a su señor.

Uno de los soladores del Alto Gobernador entró en el salón circular portando una bandeja redonda que depositó en el extremo de una larga mesa blanca que había en el centro de la habitación. Sin mediar palabra, Nehmen-Rah se acercó a la mesa y levantó la tapa. La bandeja estaba llena de lo que parecían pequeños pastelitos de chocolate. Con delicadeza cogió uno y se lo llevó a la boca, sin siquiera mirar a Horemheb que seguía callado esperando la respuesta del Alto Gobernador. Levantó la mirada y saboreó el bocado antes de lanzar una mirada asesina a su solador.

—¡Esto no es lo que he pedido! —bramó al asustado solador—. ¿Quién ha sido?

Aunque sordomudos tenían la capacidad de leer con destreza los labios y gestos para entender a la perfección todo lo que les estaban diciendo.

Némines apareció con la cabeza baja, posicionándose enfrente del Alto Gobernador en clara actitud de sumisión, como debía ser.

—Estoy harto de tu ineficacia e inaptitud. —le susurró con su voz sibilina—. Te di instrucciones concretas y lo que has hecho es una verdadera mierda.

Némines permaneció callado, y aguantó estoicamente la reprimenda de Nehmen-Rah. Aunque estaba acostumbrado a los constantes embates del Alto Gobernador, cada vez se le hacía más difícil aguantarlos y aunque no oía ni los gritos ni lo que le decía, lo entendía haciendo que todo su interior vibrase en rebeldía y escondiendo sus manos apretó los puños en un intento de evadir todo el dolor que estaba sintiendo. Era personal de servicio, sí, pero nadie le dijo que debía convertirse en un esclavo.

Nehmen-Rah le indicó con un gesto despectivo que se llevase la bandeja y se retirase.

—Veamos esa transmisión.

Horemheb tocó el panel implantado en la mitad derecha de su cráneo y una imagen se proyectó en medio de la sala. Era la cara de Dragane.

«Profesor, los transportes de proteno han cesado. Apenas hay ya cruceros que zarpen de TrES, el último partirá en unas horas con el personal de extracción. Acabo de salir de Juno, la Estación Negra está operativa. Mis contactos me han confirmado que la estación encubre una potente estación de viajes temporales y lo que es peor, hay quien asegura que se ha creado una potente arma de destrucción masiva. Profesor, la estación está a punto de iniciar la extracción de Elión. Repito, todo está preparado para iniciar la extracción»

El Alto Gobernador se quedó serio y pensativo.

—¿Desde dónde se ha emitido la transmisión? —preguntó con la mirada clavada en el horizonte.

—Desde Juno, hace ocho días —contestó Horemheb tras él.

—¿Dónde se ha recibido?

—Aquí, en New L.A.

Nehmen-Rah respiró hondo.

—¿Dónde?

—No hemos podido averiguar el punto exacto, todavía. Era una transmisión protegida. Pero todo apunta a que la Nueva Federación se ha reagrupado y creado un grupo de resistencia rebelde.

El Alto Gobernador chasqueó sus dos apéndices y se encaró a su secretario.

—¿Quién es ese profesor?

—Tengo a todos mis operativos trabajando en ello. Espero...

—Yo no espero nada —lo cortó—. Quiero la información y la quiero ya. Quiero saber quién es ese profesor al que se le ha enviado la transmisión. ¡Quiero saber quién está detrás de todo esto! —voceó.


¿Qué va a pasar?????

TIME OUT. Legacy (III)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora