CAPITULO 34

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—Los detuvieron a los dos —empezó a explicar Mac.

—¿La noche de la sarla? —preguntó Deylan sorprendido.

—Ni Rhona ni Sam habían salido de su apartamento. ¡Ellos no habían hecho nada! Llegaron de repente, sacaron a Rhona de la cama y se la llevaron junto con Sam. Yo había salido del apartamento apenas unas horas antes. Volví al día siguiente, todo estaba patas arriba, uno de los vecinos me dijo que la guardia personal del Alto Gobernador se los había llevado a empujones.

—Han ido a por ellos, no creo que sea una casualidad —apuntó el profesor Skinwood—. Alguien los ha puesto sobre nuestra pista. Fueron ellos los que os dieron la información sobre mi hijo, ¿no es así?

—Sam, fue Sam. Rhona solo lo había acogido en su apartamento. —Mac estaba destrozado.

—Alguien los habrá denunciado. —El profesor estaba nervioso—. Me preocupa que anden sobre nuestra pista, lo último que nos conviene es que el gobierno descubra que estamos aquí. Si esos dos cantan estamos perdidos.

—Cuidado profesor —amenazó Mac—, esos dos son amigos nuestros —espetó ofendido.

—Sí, sí, sí, aquí todos son amigos —respondió con arrogancia y un grosero gesto.

—No puedo con él, créeme que lo he intentado, pero no puedo, es superior a mí —se quejó Mac desapareciendo con un fuerte portazo.

—Debería mostrar más delicadeza, profesor, Rhona es su chica —lo reprendió Deylan.

—Me importa una mierda quien sea esa chica y a ti debería importarte aún menos. Te recuerdo que fuiste tú quien vino a verme. Tú me entregaste el DDA para una misión que se supone ha de salvar la humanidad. ¿Qué hay más importante que eso?

A Kron Skinwood poco le importaba nada o nadie que no tuviera que ver con su particular cruzada contra SKY. Durante años, en su obligado retiro, se alimentó del odio que sentía por la poderosa corporación, no en vano, ellos lo habían separado de lo que más amaba, su mujer y su hijo. Le habían robado la vida y los culpaba por ello. Al principio se atormentó por haber fallado en la misión que se le había encomendado, no sabía si su hijo había conseguido el objetivo y eso lo llevó hasta el borde de la locura. Resignado, se cerró sobre sí mismo, se recluyó en su propio egocentrismo y se abandonó en la más absoluta desidia. Lo dio todo por perdido hasta el día en que Deylan y su equipo irrumpieron en su monótona vida. A partir de ese momento todo se reactivó. Llevaba años aletargado y Deylan le había hecho un reset. Todo volvía a tener sentido, Kálay, la misión y SKY, sobre todo el maldito SKY. Rescatado su hijo, su esfuerzo debía centrarse ahora en el éxito de la misión y destrucción de la maldita corporación. Era la única forma de evitar el fatal desenlace que el general Kortada les había explicado.

—Tenemos que ponernos en marcha, y tenemos que hacerlo ya. Como he dicho si esos dos cantan no tardarán en venir a por nosotros.

Deylan bajó la cabeza, aunque no compartía la obsesión de Skinwood por la misión, sí que veía la amenaza que se cernía sobre ellos, y desde luego quedarse quietos para ver que ocurría no era una opción.



Lentamente abrió los ojos, la habitación estaba en penumbra y apenas le llegaba la luz para poder ver el entorno. Se dio la vuelta, Emily, a su lado, aún dormía plácidamente. Ni en mil años se cansaría de mirarla y tal y como la veía, medio en penumbra, estaba más preciosa que nunca. Estiró su cuerpo, se encontraba bien, como en sus mejores tiempos, era como si el Límite le hubiese dado un respiro. Se incorporó y miró a su alrededor. ¿Dónde estaba? La poca luz que entraba en la habitación provenía de un estrecho, pero largo ventanal situado en la parte alta de la pared que tenía a su derecha. Se lo quedó mirando, había algo familiar que no llegaba a identificar muy bien. Emily empezó con su habitual ceremonia de estiramientos. Le encantaba verla desperezarse y como despertaba poco a poco para regalarle aquella sonrisa que tanto adoraba. Se sentó, encogió las piernas y rodeándolas con los brazos apoyó el mentón sobre sus rodillas ladeando la cabeza para verla mejor y disfrutar del espectáculo. Hacía tiempo que no se encontraba tan bien y como en un acto reflejo se abalanzó sobre ella y la besó. La respuesta de Emily lo dejó helado, lejos de aceptar su beso dio un respingo y se replegó en la cabecera de la cama como si la hubiese besado un wookiee.

TIME OUT. Legacy (III)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora