CAPITULO 30

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Nueva York, septiembre 2006.

Kron Skinwood se había movido muy rápido para localizar a sus antiguos contactos. Los pequeños grupos de resistencia que aún quedaban apenas tenían actividad, pero bastaron para poder tener acceso a una de las puertas clandestinas que de vez en cuando se utilizaban para realizar pequeñas escaramuzas. Eran puertas del tipo terciarias, de las que apenas duraban una semana abiertas y eran apenas rastreables, justo lo que necesitaban. El salto debía ser limpio y rápido, apenas había tiempo para imprevistos que inevitablemente los dejaría anclados en el pasado si se llegaba a perder el enlace con la puerta. Kron no dudó en poner toda la operativa en marcha cuando sus contactos le informaron que se había abierto una puerta que conectaba con Nueva York en 2006. No había tiempo que perder, tenían que organizarlo todo para realizar el salto cuanto antes. Todos eran conscientes del riesgo que entrañaba la misión y que cualquier fallo podía dejarlos para siempre en 2006.

Para Deylan era su primer viaje a la Gran Manzana. Como Kálay, había estudiado mucho sobre la ciudad y sus costumbres y aun así no pudo evitar sorprenderse desde el minuto uno en el que sus pies pisaron la calle. Todos estuvieron de acuerdo en que era mejor una incursión rápida y en solitario para evitar riesgos innecesarios.

Eran casi las siete de la mañana y la ciudad era un hervidero de gente que se movía por todas partes y en todas direcciones. Nunca pensó que parar un taxi a esas horas fuera una misión de tan alto riesgo en la que tuvo que lidiar con los transeúntes locales para poder conseguir un vehículo que lo llevase al centro.

Utilizaron la escasa información que Winter les había proporcionado para transmitirla a sus contactos locales. Las investigaciones rápidamente relacionaron a la señorita Emily Tanner con SKY y, según las informaciones recibidas, había muchas posibilidades de que la joven y prometedora empresaria fuera la Emily que ellos buscaban.

—Al edificio Belaire, por favor —indicó al taxista con un perfecto acento.

El taxista, un joven hindú con una dentadura blanca y perfecta, asintió con un golpe de cabeza y sonrió. Al momento el taxi dio un fuerte frenazo y el joven conductor no tardó ni dos segundos en bajar la ventanilla y empezar a soltar toda clase de improperios al coche de al lado en un idioma totalmente desconocido para Deylan. A su alrededor, todos los vehículos empezaron a tocar el claxon, el atasco era monumental. Eran las siete de la mañana y aún no había amanecido, o al menos daba esa sensación. El cielo estaba cubierto por unos densos y espesos nubarrones que amenazaban con empezar a descargar en cualquier momento. Deylan estaba absorto entre las luces de los coches, los escaparates aún iluminados, los cláxones de los coches y aquel constante ir y venir de la gente. Era un completo caos, nada que ver con el orden al que él estaba acostumbrado.

—Edificio Belaire —anunció el joven taxista después de su aventura por la jungla de asfalto que era aquella ciudad.

Deylan miró por la ventanilla, el Belaire era un tosco edificio de ladrillo marrón a orillas del East River. Pagó al taxista y bajó. El lujoso hall estaba repleto de gente que entraba y salía a toda prisa. Según las últimas informaciones recibidas, Emily Tanner vivía en uno de aquellos apartamentos ¿en cuál? Eso debería descubrirlo por él mismo, así que se acercó a unos de los mostradores tras el cual había dos gruesos hombres vestidos con lo que parecían uniformes militares. Definitivamente la gente de esa época era un tanto extraña.

—Disculpe —dijo dirigiéndose al más alto de los dos—. Busco a Emily Tanner.

El conserje se lo quedó mirando.

—¿Quién digo que la está buscando?

—Un amigo.

—Caballero, debo anunciar su nombre.

TIME OUT. Legacy (III)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora