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-¿Cómo te sientes?-

Él no respondió, su vista estaba en las pequeñas estrellas.
Ella soltó un suspiro.

-Bien- dijo finalmente.

Él siente un peso que va más allá de cualquier carga física. En el fondo, sabe que él ha sido quien ha estado presente para su hija en cada momento: las noches de fiebre, los primeros pasos, los miedos y las risas compartidas. Fue él quien asumió el rol que ella abandonó sin mirar atrás. Sin embargo, ahora, frente a este proceso legal, la madre, quien se alejó hace tiempo. No solo cuestiona su derecho de estar al lado de su hija, sino que también siembra una duda dolorosa sobre algo que él daba por seguro: su paternidad.

Cada argumento y cada palabra en ese tribunal lo confrontan con una mezcla de incredulidad y confusión. ¿Cómo puede ser cuestionado en algo tan profundo y genuino? Se siente atrapado entre el deber de proteger a su hija y la incertidumbre que esta prueba traerá. La petición de la madre se convierte en una daga que amenaza con romper su vínculo, o al menos, con llenarlo de inseguridad. Por un lado, está el amor absoluto que siempre le ha tenido a su hija, y por otro, la sombra de una posible verdad que podría cambiarlo todo.

La moral y el instinto se entrelazan en su interior: el amor de padre le grita que ninguna prueba cambiará el lazo que siente, pero la duda sembrada despierta un miedo latente.

La castaña lo miro sorprendida ante lo que el moreno acababa de decir.

-Marie dijo que fue abusada hace años.

-Michael...- por un momento pensó en lo que Marie le había dicho, ella estaba consiguiendo su objetivo.

El moreno, la miro.



《Sí todo sale como ella quiere, yo me iré, a cambio de que Diana se quedé contigo 》.



-...Diana es tú hija. No dudes de ello, ella no sería feliz sin ti. Quizá, no lleve una vida normal como los otros niños. Es claro, que no hay punto de comparación, no existe algo normal. Tú eres su realidad, está es la realidad que has trabajo toda la vida para darle. ¿Te parece poco? Nunca vi a una niña más feliz de estar al lado de su padre. Michael, los hijos no sólo vienen de un vientre, también del corazón.

Él moreno comprendió lo que la chica quería darle a entender. Se acercó para abrazarla, al corresponderse, escuchó sus sollozos.

-No quiero perderla- dijo en un susurro.

Sintió su pecho comprimirse,  y las lágrimas nublarón su vista.
Cerró sus ojos, lo miró unos segundos.
Michael notó las lágrimas de Navier, no le gustaba ver a las mujeres llorar. Pero aún tratándose de esa mujer que estaba volviéndolo loco y llamaba como un desesperado solo para explicarle que no había nadie más en sus pensamientos que ella. Fue capaz de perseguirla a costa de su seguridad y causar un alboroto.

-No me mires-
Navier miró hacía otro lado- no me gusta que me vean llorar- secó sus lagrimas con el dorso de la mano.

Cómo un impulso, Michael arrastró una de sus manos para acunar una de las suaves mejillas de la castaña.

-Quiero verte...-

-¿Soy linda cuándo lloro?- cuestionó mirándolo-.

Él la observa, y en su mirada se mezcla la ternura y un deseo profundo de acercarse. Sus ojos recorren cada pequeño gesto, cada leve sonrisa que ella le regala, y siente cómo su corazón late con fuerza, impulsado por el amor que lleva tiempo creciendo en silencio. Tan cerca de ella, percibe su fragilidad, las heridas recientes que aún laten en su interior, y eso lo detiene.

ꕥ 𝔼𝕟 𝔹𝕦𝕤𝕔𝕒 𝕕𝕖 𝕝𝕒 𝔽𝕖𝕝𝕚𝕔𝕚𝕕𝕒𝕕  ꕥ~~M J  ●●Editando●●Donde viven las historias. Descúbrelo ahora