V e i n t e

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En capitulos anteriores...

Su pecho se sacude por la carcajada que emite y acaricia mi cabello.

—Si.

Para no estarlo, capullo.

— ¿Katy?

No consigo articular palabra, solo un sonido gutural, animándole a seguir hablando.

— Te amo.

Ignoro el vuelvo que ha dado mi corazón y el hormigueo en mi estómago.

*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*

Me remuevo soñolienta cuando uno de los rayos del sol me da directo en los párpados, entorpeciendo mi sueño. Al abrir los ojos me encuentro con el rostro pacífico de Suryan durmiendo, envuelta en un enredo de sábanas y extremidades.

Sonrío un poco, él luce realmente agotado y no me extraña. Mi cuerpo desnudo está pegado al suyo, uno de sus brazos está bajo mi cabeza, el otro abraza mi costado y una de sus piernas descansa en mi cadera mientras que la otra está entre las mías.

 Intento con delicadeza apartar el brazo que me encadena, pero se remueve y su rostro se acurruca contra mi cuello, pegando mi torso aun más a él, la pierna que tiene entre las mías se mueve también cuando me acerca más a él, haciendo que mi entrepierna se presione.

Gimo en protesta.

Mierda, sí que me duele ahí abajo. Parece que he viajado en el tiempo y he perdido mi virginidad de nuevo. Se siente molestia y dolor, pero valió la pena.

¡Dios! Merezco un premio o reconocimiento por lo de anoche, merezco un premio por soportar tantos orgasmos de su boca y manos además de su miembro. No recuerdo cuantas veces fueron necesarias para calmarlo.

Respiro hondo besando su frente antes de comenzar a liberarme de nuevo de su
agarre. Tengo muchísima sed, demasiada. Mi garganta se siente seca y rasposa a causa de los gritos y jadeos, además de tener unas ganas increíbles de orinar.

Pero el muy maldito gruñe y se afianza más a mí.

El brazo bajo mi cabeza y el que tiene en mi cintura se flexionan y me abrazan quedando mi rostro atrapado en su pecho sin dejarme un recoveco donde poder respirar, mientras la pierna posada en mi cadera me rodea totalmente.

Esto es lo que se llamaría un abrazo mortal.

¡Me asfixio! ¡Socorro! ¡Voy a morir ahogada a manos de un ángel pervertido con complejo de koala! ¡Ayuda!

Saco como puedo la cabeza de su aprisionamiento. Desesperada, respiro dándole alivio a mis pulmones. Cuando logro salir de la cadena que a formado al rededor de mi cuerpo, él se voltea y duerme boca abajo, colocando mi almohada bajo su cuerpo, abrazándola. 

Admiro por unos segundos su torneada espalda sin espacio libre de cicatrices con la tentación de sentarme a horcajadas en su trasero respingón y despertarlo a base de besos.

O asfixiarlo con la misma almohada por el mal rato que me ha hecho pasar.

Antes de incorporarme hasta sentarme, emito un quejido.

—Vaya, duele— murmuro en una mueca poniéndome de pie.

Camino un poco rarito hasta abrir el armario de Suryan para tomar una camisa o algo lo suficientemente grande para cubrirme y unos calzoncillos de corazones que me causan gracia y me quedan como short.

Suryan ©  || [Sin Editar] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora