Capítulo 17: "Tesoro"

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Lilith

Las sábanas de esta cama eran frías.

A pesar que el cuerpo de la pequeña niña era cálido, su habitación era gélida. Al igual que la persona que quiero tanto… Adrien. No comprendía cómo había llegado a esta situación, en este momento debería estar con él, durmiendo a su lado. No obstante por esta niña hubo un gran cambio de planes.

Me volteé para acomodarme en esta cama, no podía dormir tranquilamente. Vi el rostro de la pequeña, ella no era una niña en sí. Es una adolescente, su rostro ya no estaba cubierto por sus cabellos largos cómo antes, ahora su cara se veía a la perfección. ¿Cómo pudo ocultarse de esa manera? Cuando la vi al principio no entendía por qué Adrien se fijaría en esta chica; sin embargo, ahora que su cabello está más corto puede reflejar su belleza.
Tenía sus ojeras hinchadas, pero sus pestañas largas lo disimulaban.

Mejillas coloradas, labios completamente rosados, algunas pecas y sobretodo la manera en que la luz de luna ilumina su cabello azul azabache. Es una joven muy linda.
Al verla sentía un gran golpe, creer que ella sería uno más de sus juegos, era una nena. Aún recuerdo el esfuerzo que daba para verme bonita para él, hice crecer mi cabello, trataba de que mi rostro no tuviera imperfecciones y mi cuerpo, yo mantenía mi cuerpo para que él lo disfrutara. Tuve que levantarme debido a la inmensa incomodidad, me senté en un sillón que Marinette tenía a lado de una gran ventana. Veía claramente la luna, el cuarto creciente, era al igual que esa maldita noche en donde sentí el maldito miedo de perderlo y lo había perdido en realidad.

¿Cuántos años tenía? 15 años, casi llegando a los 16… Al igual que la chica que reposaba delante mío. Yo por mi parte cometí un montón de barbaridades, con ellas el haberme perdido a tan temprana edad. 14 años eran los que me mataban, al enterarme que mi madre tenía una enfermedad muy grave.

Mis 2 hermanas y mis 3 hermanos cayeron al igual que yo, en una profunda tristeza. Era la última hija, mis hermanas tenían entre 23 a 24 años y mis hermanos de 18 a 20. Seguimos siendo una familia muy unida hasta ahora, a pesar que mi padre haya fallecido antes, mi mamá daba todo de ella para darnos todo el cariño que ella según merecíamos.

Cuando veía a mi mamá era muy feliz, mis hermanos estudiaban o trabajaban, yo al ser pequeña era la más consentida, aunque jamás traté aprovecharme de eso. Al cumplir 14 años, unos cuantos días después me enteré que una familia se mudó justo al lado de nosotros.

Estaba muy entusiasmada, porque escuché que había un chico que era casi de mi edad, planeaba muchas cosas, cómo ir al parque juntos, jugar en los columpios, en la arena.

Demasiado inocente era cuando lo escuché por primera vez. Hasta que lo vi, su madre y él se presentaron ante nosotros, mi mamá derrochaba simpatía, fue a recibirlos y ese día conversaron entre madres.

Yo trataba de hacerle el habla al niño, pero me daba un poco de temor. Se veía abrumado, melancólico y sin ganas a su edad. Lo observaba escondida en mi patio, entre unos arbustos, hasta que mi mamá me pilló espiándolo. Me preguntó por qué no lo invitaba a jugar, yo le respondí con sinceridad, me daba mucho miedo el niño. Ella empezó a reírse y dijo que el mejor remedio para curar su pena era que yo le enseñara a sonreír, pero que no me esforzara en jugar, tenía miedo que me diera un ataque nuevamente.

Toda mi vida escuché a mi madre y hacía caso a lo que me decía; cómo también tomaba precauciones de mi enfermedad, gracias a su consejo a pesar que mis piernas temblaban fui donde el chico para entretenerlo. Me acercaba poco a poco a él, mientras más lo hacía, más notaba la presencia de un hombre. Crecí con mis hermanos, jugábamos, nos molestábamos; sin embargo, al ver a este chico, me sentía más rara.

Criminal °Adrienette°Donde viven las historias. Descúbrelo ahora