Capítulo 40: "Feliz"

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Adrien

Las luces del coche apenas alcanzaban a iluminar el camino, avanzaba rápidamente haciendo caso omiso a los carros que pasaban cerca, también raudos. La oscuridad de la noche calzaba perfectamente con el tono de mis pensamientos, con esta extraña sensación de soledad que me embargaba.

No tenía motivos, sin embargo, el día se podría decir que había ido perfecto, estaba tan seguro que la oportunidad de alcanzar el trabajo de mis sueños se encontraba a tanto solo un sí de distancia. ¿De dónde venían estas dudas? ¿De dónde tanta incertidumbre? No me entendía, yo no soy así. Tal vez la explicación era muy simple y mi inseguridad podía resumirse en una sola palabra: Ella.

El temor de dejarla, el temor de alejarme, el temor a la tristeza y a la soledad. Debía verla, la extrañaba. Apreté con fuerza el acelerador decidido a ganarle tiempo al tiempo y distancia a la carretera, me era imposible dejar de divagar, mi mente alternaba entre recuerdos y ensoñaciones.

<<-Adrien...

Kagami me miraba fijamente.

-En ese hospital, el día que tu madre falleció, ¿lo recuerdas?>>

Me negaba a recordar aquella conversación entre Kagami y yo. Al terminar la entrevista, ella me recordó esos momentos, aquellos momentos que nadie sabía... Solo mi padre y yo estábamos presentes y la niña de cabello oscuro.

Llegando finalmente a los departamentos, me dispuse a no pensar en ello, no lo necesitaba por ahora o simplemente no quería aceptarlo. Con un poco de impaciencia me estacioné en el garaje, apagué el coche y guarde mis llaves en el bolsillo.

Quiero descansar de todo lo que pasé hoy, no es fácil tener que asimilar tanto en tan poco tiempo. Esa mujer me estaba poniendo nervioso, me recordaba al pasado, los momentos que eran íntimos y nadie más lo sabía. ¿Quién era exactamente Kagami?


Bajé del coche fatigado, iba a ser ya medianoche y con todo este ajetreo de la entrevista merecía un buen descanso. Marinette de seguro se quedó esperando, ella es así, cada vez que llegaba tarde ella nunca perdía la esperanza de verme.

Extrañaba verla, aunque la vi esta mañana, el no sentirla por el resto del día era difícil.

Caminaba a paso lento hacia el segundo piso de los departamentos, ya empezaba a bostezar por el sueño que tenía. Estas semanas el trabajo que se me vino era pesado, además si me llegan a aceptar en la empresa tal vez termine peor de lo que creí.

Subía las escaleras, estirando la corbata que me encarcelaba por todo el día, Marinette hacia buenos nudos. En eso, mi pensamiento fue acortado por otros pasos acercándose, a estas horas de la noche no suele haber gente, tal vez simplemente sea Aline examinando si todo se encuentra en orden.

Creí eso, cuando vi a un chico alto de cabello llamativo, negro y con puntas turquesas. Bajaba con las manos en los bolsillos de su pantalón negro, su mirada caía para abajo, como si estuviese perdido o angustiado.

Se me hacía conocido, pienso que lo vi en otro lugar, solo que tal vez no sea lo suficientemente importante como para que lo recuerde. 

Sentí una mirada encima del hombro, cada vez que avanzaba, esa mirada aún seguía persistiendo. Giré un poco mi cabeza para ver al mismo chico fijamente observándome con sus ojos turquesas, mostrando una micro sonrisa de tan solo unos momentos.

No le vi la importancia necesaria de mantener una conexión con él, solo seguí de frente a mi departamento. En realidad, iría de frente al departamento de Marinette para verificar si se encuentra bien, para abrazarla y bueno, sentir su compañía, eso era lo único que me podía aliviar por ahora después de tantas dudas.

Criminal °Adrienette°Donde viven las historias. Descúbrelo ahora