Capítulo 31: "Mírame"

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Entonces pude ver su rostro perplejo, su cuerpo temblando, y en sus profundos ojos anaranjados, lágrimas que recorrían sus mejillas. Dirigió sus manos a su boca, expresando la terrible sorpresa que se llevó y con el cuerpo sobre sus talones, agachó su cabeza y se fue corriendo delante nuestro.

-¡JULEKA! - Nathaniel gritó su nombre.

Mi compañero de pronto se alejó de mí, dándose paso empujando la puerta que se quedó colgando. Su cuerpo que hace poco estaba rígido, ahora de un momento a otro corría tras de ella, a gran velocidad, sin importar los obstáculos  que se encontraban en el camino.

Asombrada me apoyé en la pared, hasta dejarme caer en el frío piso de la habitación. Lo único que podía recordar era su mirada llena de aflicción. No podía procesar bien este momento, yo no quería que ella salga lastimada, debía hacer algo. Tengo que irme a explicarle la situación.

En mis brazos puse una inmensa fuerza para levantarme, aturdida tomé aire para ir detrás de ellos corriendo, mi corazón se quería salir de mi pecho. A grandes pasos corría, como si estuviese en una maratón, los buscaba, subía las escaleras hacia los otros pisos, entre los salones; no había rastro de ellos.

Mi resistencia física era muy mala, que al poco tiempo me quedaba sin aire, me dolía el pecho por todo lo que estaba pasando. Llena de ira me senté en el último escalón que daba al tercer piso, implanté toda mi furia en mi puño, para luego dirigirlo al muro que se encontraba a mi lado.

-¿Cómo es posible? - Me pregunté a mí misma. - Que aún sin querer siga haciendo daño a quién no lo merece, que cuando quiero hacer algo bien... Todo se queda en nada.

Dejé caer mi cuerpo, sentándome en el peldaño. Enrollé mis piernas con mis dos brazos, la impotencia venía  a mí. Creí que estaba saliendo bien, que me estaba yendo bien, que al fin podía hacer a alguien feliz. A pesar de lo mucho que lo afronto y salgo adelante, duele, duele que no haga nada más que lastimar.

-¿Qué estás haciendo?

Me volteé en mí misma, parándome estrepitosamente por escuchar su voz tan reconfortante. Giré para poder ver al hombre que podía calmarme en un solo instante.

-Adrien... - Mis hombros bajaron.

Adrien a toda prisa bajó las escaleras hasta llegar al último peldaño, en donde con mucho cuidado alzó mi mano para revisarla. Y es que mis nudillos estaban enrojecidos por la intensidad del golpe.

-¿Por qué diablos te estás haciendo esto?

Sus mirada estaba clavada en mi mano, aquellos ojos que se inundaban de preocupación me dejaban en cierto modo, feliz.

Bajé la cabeza en modo de vergüenza, justo en estos instantes tenía que aparecer. Deseaba hablarle, decirle lo mucho que lo extraño, lo mucho que le amo. Sin embargo, el mundo no me estaba dando buenos planes.

-Joder, Marinette. - Masculló en voz baja.

Una mano sujetaba la mía, y la otra recorría mi rostro. Sus dedos largos y delgados estaban rozando suavemente mi mejilla, para luego bajar hasta la comisura de mis labios, en donde las acarició con su dedo pulgar.

Estaba segura que mi rostro se encontraba completamente ruborizado, y mi mirada aclamaba a gritos que me besara. Solo podía fijar mis ojos en boca firmemente delineada, su nariz afilada, y los inmensos ojos verdes en los cuales me reflejaba.

Sentía que después de todo este tiempo, en el cual no nos veíamos, nos resistíamos a estar juntos, la tensión se fortaleció. Yo sabía que el deseo de estar con él no era solo mío, Adrien también deseaba estar a mi lado, y con atrevimiento diría que, él también desea besarme.

Criminal °Adrienette°Donde viven las historias. Descúbrelo ahora