CAPITULO 1

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Pov Peeta.

Mis ojos se abren lentamente, sorprendido por los rayos de sol que se asoman por la sucia ventana. Me deshago de las finas sabanas que cubrian mi cuerpo y, con cuidado, me levanto. Un leve bufido llama mi atencion, haciendome voltear hacia la cama que mi hermana y madre comparten. El zarnoso gato de mi hermana, Buttercup, el eterno guardian de sus sueños me observa desde un lado de mi hermana.

Ambas siguen dormidas, abrazandose mutuamente, protegiendose la una a la otra. Los rizos dorados de Prim siguen sujeto en una larga trenza, sus brillantes ojos azules ocultos bajo sus parpados. Su incomparable sonrisa aun marcada en sus labios rosas. Mi madre, por otro lado, apesar de la aparente tranquilidad de su sueño no pierde las expresion cansada que la acompaña desde la muerte de mi padre. Repentinamente, un miedo indescriptible llena mis sentidos, un miedo a perderlas.

Algo que podria cumplirse este mismo dia, el dia que da inicio a los mortales Juegos del Hambre. El eterno recordatorio impuesto por el Capitolio, nuestro cruel gobierno, de la rebelion que hubo contra ellos hace muchos años atras, llamada los Dias Oscuros. Una epoca en la que los distritos se armaron de suficiente valor como para imponerse a la crueldad de su gobierno, perdiendo en ese intento, ganando asi el castigo que ha seguido a las ultimas 74 generaciones.

Hoy, por ejemplo, es un dia "especial". Es el dia de la Cosecha, el metodo por el que escogen a un joven y una joven, entre 12 y 18 años, para que luchen a muerte en los Juegos del Hambre. Algo que es considerado un honor por unos cuantes, pero para mucho un tributo es un sinonimo de muerto. El fin de esto es que solo quede uno vivo, el cual sera coronado Vencedor, ganando riquezas y bienes inimaginables.

Agito mi cabeza, tratando de apartar todo esos pensamientos y sensaciones que de pronto se acumularon en mi cabeza. Veo por la ventana una vez mas, percatandome de que ya casi es hora de que salga. Me visto con mis acostumbradas ropas, la cazadora de mi padre y mis desgastadas botas. Con pasos silenciosos salgo de la habitacion, dirigiendome a la cocina de nuestro calido hogar.

En la mesa de madera se encuentra un pequeño paquete, envuelto entre trozos de tela y un trozo de papel. Lo primero que hago es tomar el papel, -Espero te guste, Peeta.- , es lo que se lee en la delicada caligrafia de Prim. Cuando reviso el paquete siento el aroma llegar a mi nariz antes de siquiera verlo, un trozo de queso fresco. Se que mi hermana los vende, son los que hace con la leche de su cabra, Lady.

Tomo mi saco para la presas, guardo el quesito en el y lo cuelgo de mi hombro. Salgo de la casa en completo silencio, procurando no despertar a mi hermana o mi madre. Camino por el camino de tierra de la entrada, hasta llegar al camino principal de la Veta. Las pisadas de los mineros que pasaron mucho tiempo atras aun siguen aqui, siendome de gran ayuda para borrar mi rastro.

En mi camino, siento el aire helado de las mañana y logro escuchar el dulce canto de los pajaros, maravillas que me permio disfrutar. A unos cuantos metros logro ver la alambrada que rodea el Distrito 12, colocada para protegernos de cualquier animal peligroso. Sin embargo, nos aparta de una fuente de comida que yo y mi mejor amiga, Delly, hemos logrado aprovechar. El bosque, el unico lugar donde somos libres.

Delly, la unica persona en la que confio y puedo apoyarme. Una joven unica, fuerte y obstinada. Con su largo cabello oscuro que descansa sobre su espalda, piel olivacea y unos hermosos ojos grises que brillan bajo la tenue luz del bosque. Posee la apariencia tipica de las personas de la Veta, la parte mas pobre del Distrito 12. Donde ambos vivimos.

Por eso mi madre, mi hermana y yo siempre parecemos fuera de lugar y lo estamos, con nuestro cabello rubio, piel palida y ojos azul cristal. Todas caracteristicas usuales en los comerciantes, las personas que viven en el pueblo del Distrito 12. El antiguo hogar de mi madre.

Ella no habla mucho sobre su pasado, pero muchos de nuestros vecinos en la Veta conocen quizas de la misma manera su pasado. Segun todas sus historias, Ann Everdeen nacio y se crio en la Plaza del Distrito, la unica hija de los boticarios del pueblo. Ella trabajo alli durante la mayor parte de su juventud, lo que le proporciono el talento que ella ahora posee como sanadora.

Pero decidio cambiar todo eso, su familia y posible futuro junto a un comerciante y sus posibles comodidades, por el joven de ojos grises que se gano su amor. Una decicion que ella asegura, apesar de todo, jamas cambiaria.

Cuando me encuentro junto a la alambrada, me detengo en pleno silencio, atento al inusual zumbido. Se supone que la alambrada deberia estar electrificada durante todo el dia, pero con suerte tenemos dos o tres horas de electicidad al dia. Espero en silencio, pero el sonido nunca llega, por lo que confirmo que es seguro cuzar.

Con agilidad me arrastro por debajo de la alambrada y me escabullo al bosque, el unico lugar donde me siento yo mismo. Al estar al otro lado, es como estar en una realidad totalmente diferente. Un lugar donde la pena y el dolor no existen, solo estoy yo y las hojas verdes de los arboles.

Comienzo a caminar con tranquilidad y seguridad por el informal camino, ruta que he marcado con mis propias pisadas debido a tantos años de usar la misma. Las hojas de los arboles viajan de un lado a otro con el viento frio, al mismo tiempo que el sol se cuela entre las copas mas altas comenzando a calentar el lugar.

Pronto, los recuerdos me invaden y una sensacion de nostalgia me llena. Recuerdos de mi padre, quien solia traerme hasta aqui junto a el cuando yo era nada mas que un temeroso niño. El se encargo de enseñarme todo lo que sabia, desde cazar hasta valiosos consejos que aun atesoro dentro de mi. Algo que nunca me podra ser arrebatado, mis memorias y recuerdos mas valiosos. Apesar de que el protagonista de mucho si lo hayan logrado apartar de mi.

KATNISS Y PEETA:SU NUEVA HISTORIA (Editando.)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora