19. Ella. [Parte 2]

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Después de ese día no volví a verla, de hecho, ni siquiera volvimos a pronunciarnos una sola palabra, fue como si me hubiera borrado de su vida para siempre. Lo último que supe acerca de ella fue que terminó sus estudios de secundaria, fue a la universidad donde estudió derecho, allí se enamoró del imbécil más afortunado de todos y ahora tiene dos hermosos hijos. ¿Qué te puedo decir mí? Yo también concluí una carrera, específicamente contaduría pública, hice algunas especializaciones y en verdad tenía una vida laboral exitosa hasta hace unas horas. Lo mejor de todo esto es que como un imbécil aguardé por ella cada abyecto segundo y sin darme cuenta transcurrió una década en la que no perdí la esperanza de volverla a ver, de volver a estar con ella como la última vez. que fue algo cursi y sencillo, sin mayor relevancia para cualquier otra persona, pero, aunque con licor y nicotina intente olvidar como pasó, nunca logré olvidar como se sintió. Ella me olvidó, y ahora solo es alguien a quien solía conocer.

No hay un momento en que no la tenga presente en mis pensamientos. Esto es lo divertido de toda esta inmundicia porque no esperaba que nos volviéramos a encontrar en estas circunstancias. Ahora me odia, y no le juzgo, acabo de echar toda se vida a perder al igual que la mía. Lo único que podría estar a mi favor es que se llevó mi felicidad, se enamoró una vez más e hizo realidad todos nuestros planes con otro hombre. Yo en cambio aguarde por ella con el anhelo de que cumpliría su promesa de buscarme, de hacer el amor conmigo en cada rincón de la casa que tendríamos, de ver juntos todas las películas y series que habíamos escrito en aquella lista que aún guardo en mi mesa de noche, de casarnos en esa hermosa catedral que habíamos visto por internet, o de haber tenido esos dos hermosos bebes con los que fantaseábamos al ponerles nombres e imaginábamos como serían. Era el paraíso para mí, recostarnos en el suelo viendo al tejado y hablando sobre todo esto, dejando que nuestra imaginación fluyera como mariposas grises en el jardín del Edén al caer la tarde. Sé que lo nuestro ocurrió en una edad donde las cosas parecen fáciles, donde te sientes invencible porque todo parece posible, pero yo quería cumplir esos sueños con ella, quería absolutamente cada fracción de tiempo a su lado. Ahora por el maldito humor incomprendido del destino, donde al parecer nada tiene sentido, acabo de llevarme toda su vida por delante. No sabe lo mal que me siento al saber que choque mi auto contra el suyo accidentalmente, y que en este instante por mi culpa su esposo agoniza en el hospital, sus hijos tienen algunos huesos rotos, y ella ahora tendrá marcas en sus piernas que jamás podrá borrar. No es este el modo en el que quería dejar huella en ella, no en lo absoluto.



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