23. Luna.

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Y de repente estás sumergida en el día a día de tu rutina, perdiendo de vista los detalles y las armonías que te acompañan, pero tú olvidas. Y de repente tu vida se hace aburrida, tus emociones tan incomprendidas, tus sentimientos vagos y parece que te abraza la mismísima desdicha. Con el pasar del tiempo, tu alma grita los lamentos que decides ignorar; tapas tus oídos con mentiras al azar y te desentiendes con el mundo que solo te quiere castigar.

La noche llega y ves la luna; ella es solitaria, ella es fría, ella es como tú, la diferencia es que no brillas. Intentas sentir algo clavando el puñal en tus venas, mirando como la sangre fluye mientras tus manos tiemblan, pero tu rostro se viste de neutralidad, dejando claro que al parecer nada te puede impresionar. Tus fuerzas acometen abandonarte, tu misma acabas de condenarte, y en tanto todo parece irse obscureciendo, encuentras luz en tus últimos momentos. Por leves instantes sientes que alucinas, pues un sujeto tu mejilla acaricia, tus lágrimas limpia y tus muñecas sostiene, ocasionando que experimentes algo de paz aunque todo está por terminar. Los últimos segundos de tu existencia parecen ser largos años de fluorescencia, porque tus ojos perciben todo con brillo aun cuando estas al final del camino. Con tus concluyentes alientos sonríes un poco afligida, no muy confundida, y sin medida feliz, a fin de que ahora mismo encuentras el sentido de todo, a fin de que ahora perteneces a la nada, sintiéndote completamente una sola con el universo. Tus pupilas se expanden cubriendo la lucidez que te abrazo cuando ya nada importo y tu energía desaparece junto con aquel Ángel al que todos mienten. Así de breve fue todo, así de extenso fue poco y muchos hablarán de ti sin juzgarte y carentes de memoria se verán al recordarte. 

Relativamente bien.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora