24. Peón.

83 4 1
                                    

No lo entiendo, no tiene sentido alguno el concebir las cosas del modo del modo en que pasaron. ¿Por qué tenías que haberlo hecho? ¿Por qué me hiciste creer que sería tu rey cuando al final me sacrificaste como a un peón? Intento recordar cómo empezó todo, en que instante empezaste a condenarme o si en realidad desde el principio todo estaba planeado para acabar conmigo, pero, ¿Por qué? Yo nunca hice algo para lastimarte, de hecho, mi prioridad siempre fue amarte, protegerte, darte todo de mí o al menos mi mejor versión. Quizá no fui suficiente para ti o tan solo te querías divertir, aplastando un tonto e ingenuo corazón, rompiendo las esperanzas de alguien cansado de ser un perdedor. Ahora vienes y dices que todo termino, que al final nada te importo, dejando en evidencia que el estar conmigo tenía inútil trascendencia en tu camino.

¿Qué debo hacer? No es así como las cosas proyecté, cada maldito día de mi existencia a tu lado yo planeé, pero ahora todo se derrumba como un castillo de naipes, situándome destrozado y vacío, condenado a amarte, pero no a estar contigo.

No sabes cómo se siente estar perdido, traicionado y humillado, más aún cuando esté daño es causado por alguien a quien no serías capaz de herir, por alguien con quien todo querías vivir. Honestamente quisiera no habitar este presente; haces que anhele el pasado donde nada había acabado, donde conmigo sonreías si es que en verdad no fingías.

Lo último que diré acerca de ti es que espero y seas feliz donde sea que estés o con quien decidas estar, porque a pesar de todo me enseñaste amar, incluso de esta forma en la que debo dejarte marchar. Real o no, las cosas que me decías en las noches de pasión, en las tardes de tristeza, o en las madrugadas de incomprensión, me hacían sentir como nunca antes, tan jodidamente dichoso y amado, tan afortunado de tenerte a mi lado, pero más aún bienhadado porque el amor de mi vida pensé que había encontrado.

Acepto que me has usado y como una ficha cualquiera he sido inmolado. Desearía estar enojado, odiarte, despreciarte, castigarte, pero no puedo, aunque quisiera. Después de todo no puedes repudiar a quien como una estrella te hizo brillar. Ahora solo te digo adiós y espero que el olvido sea el único perdón. 

Relativamente bien.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora