37. Quería que fuera totalmente diferente.

54 3 0
                                    

En medio de la multitud ella se escabullía de una forma tan breve que en cuestión de segundos la perdí totalmente de vista. Por un momento considere la idea de dejar que se marchara, pero estaba cansado de que todo lo que amara se fuera para siempre de mi vida. Esta vez quería que fuera totalmente diferente, así que corrí tan rápido como pude en busca de sus brazos, en busca de toda su perfección. Al ver su figura a lo lejos empecé a gritar su nombre tan fuerte que cada vez más me quedaba sin aire. Nunca deje a un lado la esperanza de que se detuviera, pero por algún extraño motivo solo seguía avanzando como si nada importara ahora. Con todas mis fuerzas emprendí mi marcha tras ella al menos para poder decir algo. No se sentía nada bien saber que tu mundo se desvanece lentamente y tú te quedas con los brazos atados sin poder hacer nada, y sí, cuando hablo de mi mundo me refiero a ella. Estando lo suficientemente cerca puse mi mano en uno de sus hombros y con una sonrisa estúpida le recibí, pero sus ojos me miraron con tanto dolor que el aliento por poco y me abandona en ese preciso instante. Sus labios se acercaron a mi mejilla y sin reparo empezó a dar pasos lentos como despidiéndose. Yo no pude moverme, solo veía como me sonreía por última vez al mismo tiempo en que decía que me amaba. Mi cuerpo estaba totalmente congelado, siendo inundado por una serie de pensamientos que me impulsaban a hacer algo, a intentar cambiar la marea de todo el mar que se estaba estableciendo justo en medio de los dos, pero, simplemente me quede en ese lugar como una estatua llena de grietas a punto de colapsar. No pude pronunciar ni una sola palabra, siquiera realizar un solo gesto, solo escuchaba los latidos de mi corazón yendo tan rápido en tanto mis ojos visualizaban como el amor de mi vida desaparecía justo en frente de mí sin dar marcha atrás.

Pasaron algunos minutos hasta que ella se esfumo, y supe en esta oportunidad que por más que la había amado yo había perdido, sin importar cuantos planes tenía para nosotros había echado todo a perder. En ese momento entendí que nada que valiera la pena para mi podía ser realizado, y la furia me invadió tanto que empecé a correr a mi apartamento luchando por contener las lágrimas de mis ojos en medio de un montón de transeúntes que reflejaban el desprecio que siento ahora mismo hacia mí. Al llegar, sabía que ningún camino que emprendiera me llevaría de nuevo con ella, así que decidí recostarme en el suelo viendo al techo en el mismo tiempo que sonaba la que alguna vez fue nuestra canción. Cerré los ojos con el afán de poder dormir, pero fue cuando entendí que estaba totalmente perdido y aunque me encontraba en casa, sabía que este no era mi hogar porque ese lugar siempre estará donde se encuentre. 

Relativamente bien.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora