38. Asíntota.

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Faltaba poco para la media noche en medio de la neblina que cubría toda la ciudad. La temperatura no era la más adecuada, la luna casi no se podía apreciar y las estrellas habían abandonado el cielo en tanto las nubes vestían de negro todo el lugar. El silencio era la única melodía que retumbaba en medio de las calles desiertas donde solo reposaban los agonizantes insectos que caían después de quemar sus cuerpos contra las incandescentes farolas de luz artificial. Las bombillas de algunas casas desaparecían mientras las manecillas del reloj avanzaban y poco a poco las tinieblas se iban a consumar. Sabía que llegaría la hora en que todo iba a finalizar. Fue entonces cuando la puerta de mi apartamento decidí abrir, dejando que mi cuerpo corriera hacia delante sin ganas de volver jamás. Conforme avanzaba solo podía mis pasos escuchar junto con algunos de mis pensamientos que a mi mente hacían rechinar. Intente distraerme buscando algo digno que recordar y por más que lo intente fue a ella a quien decidí rememorar.

El dulce aroma de su amor aun reposaba en mi corazón y su modo de ser aún me hacía perder la razón. Un ser totalmente imperfecto con la sonrisa perfecta; una chica llena de heridas capaz de amar sin límites ni medidas.

El tiempo parecía ir tan rápido cuando estábamos juntos y mi corazón aceleraba sus latidos cuando sabía que bajo mis brazos encontraría abrigo. Su alma se sentía tan helada cuando de su pasado hablaba; sometida a las injusticias de una cruel vida que solo la convirtió en arte e incomprendida poesía.

De repente la alarma de mi reloj empezó a susurrar, ya era media noche y con la soledad me iba a encontrar. Sabía que era mi destino, aunque en el fondo lejos de aquí quería estar, junto a la chica que recuerdo y que por mis errores ahora ya no está.

Empecé a reírme porque no supe llorar, sintiendo como los segundos pasaban con la esperanza de que el desamparo llegaría tarde porque aquella mujer vendría mucho más antes.

Es estúpido que aun aguarde por alguien que algún día juro olvidarme, sin embargo, es más fácil esperar lo que nunca llegará que borrar de tu mente algo que con todo tu ser llegaste a amar.

El tiempo parecía nunca querer detenerse y a mi mente solo venia aquel día donde estuve junto a ella por última vez. Vague por ese recuerdo al igual que los amantes que se encuentran en las frías noches para sus almas enlazar junto a sus sueños que parecen ser uno solo al menos en el lugar donde sus cuerpos desnudos se unen para el orgasmo alcanzar.

En ese tiempo fui a su casa para despedirme por un viaje que debía realizar, aunque, en realidad no sabía que sería la última vez que el sonido de su voz diciendo "amor" iba a escuchar.

Su rostro estaba sin maquillaje, lleno de sus hermosas pecas y lunares que la convertían en la luna de mis grises paisajes. Con su sonrisa me recibió junto a una mirada que delataba nuestro deseo de amarnos más allá de las viejas canas. Después un beso fue lo que me brindo al lado de una caricia en mi mejilla que se vestía de ternura y comprensión.

Llegue a aquel lugar donde los sueños son obligados, y despertar parece no tener un camino fabricado. Busque aquel nombre que en mi corazón llevo tatuado, así como en todo el cuerpo que una noche entregué por ese amor perfecto e idealizado. Cuando lo encontré me dejé caer, y con la vista al cielo vislumbré el ayer.

Después de estar esa noche con ella sabía que era hora de irme, así que fui yo quien dijo adiós sin saber que sería la última oportunidad en la que nuestros labios se cruzarían con esas suaves mordidas que depositaba en mi mejilla en tanto que con mis manos su cabello consentía.

Me quede de pie en la puerta en busca de un largo abrazo donde nuestros corazones se sincronizaron y al ritmo de uno avanzaban sin importar la crueldad con la que la vida nos había tratado. Fue de esos momentos que, harías eternos si tuvieras la voluntad, pero, que ahora solo son un motivo por el cual no sabes si reír o llorar.

En tanto veía el reflejo de los cadáveres celestes que conocemos por estrellas, mis ojos colapsaron en lágrimas que inundaron mis mejillas, provocando que de mi boca saliera un llanto en melodía con el más sincero "Lo siento". Fue mi culpa. Sin darme cuenta busque la forma de perder su amor. Ahora ella es feliz con alguien más; ahora es otro quien con sus sueños vivirá.

Quizá no pueda cambiar la esencia de una historia, pero si su final y aunque este sea ficticio, decido creer que bajo esta fría superficie habita su cuerpo en el mismo tiempo que me sonríe desde el cielo con los brazos abiertos. Ella espera por mí y yo aguardo por ella. Ahora es momento de estar juntos, ahora sufriré por última vez con una sonrisa en el rostro mientras mis ojos se llenan de brillo como las estrellas que se apagan lentamente en el espacio oscuro y frio. 

Relativamente bien.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora